

El centro de Washington se ha convertido, durante dos semanas, en un escaparate de la cultura vasca gracias al Smithsonian Folklife Festival. Considerado como el mayor evento sobre folklore del mundo, su 50 edición ha invitado a Euskadi para que muestre sus raíces y su identidad. El presidente de la asociación Arbaso, Bernat Vidal, ha sido uno de sus representantes en unos actos “que marcarán un antes y un después en nuestro reconocimiento”.
Euskadi ha sido la primera región del sur de Europa en formar parte de este importante festival. Entre el 29 de junio y el 10 de julio, una muestra de nuestra cultura ha ocupado un privilegiado espacio entre el Capitolio y el popular Washington Monument, conocido como el obelisco. La obra escultórica de Vidal ha formado parte de esta muestra anual que suele ser visitada por cerca de un millón de personas físicamente y por más de 40 millones a través de Internet.
El artesano afincado en Durango tuvo la ocasión de formar parte del festival después de que responsables del Smithsonian acudieran a Euskadi “buscando actividades de todo tipo. Oficios que reflejaran nuestra rica y variada cultura para poder mostrar nuestra identidad a través de nuestras raíces y tradiciones, con sus matices y diferencias. También se mostraron interesados en nuestros deportes, música y danza. Y cómo no, en el euskera”, ha explicado.
Papel de la diáspora
Uno de los mayores impulsores de la presencia vasca en Washington ha sido el congresista John Garamendi. Descendiente de lekeitiarras, es uno de los rostros más conocidos de la diáspora que ha jugado un papel fundamental “en que Euskadi sea conocida por los norteamericanos”, ha comentado el presidente de Arbaso. “Me ha dado la impresión de que nos tienen en buen concepto y creo que esta intervención en el festival marcará un antes y un después en nuestras relaciones”.
Entre la presencia vasca, una de las cosas que más ha sorprendido a los visitantes “ha sido la muestra de oficios”, con artesanos sobre piedra, mimbre o forja, “pero el festival ha estado dividido en diversas áreas (euskaltegia, lantegia, portua, baserria y frontoia) y la participación ha sido abundante en todas las actividades. Las personas que han acudido están hambrientas de cultura, disfrutan y nos hacen preguntas sobre nuestra labor”, ha descrito.
Un hueco en el mundo
Con una agenda “sin tregua”, la experiencia de Vidal ha estado llena de anécdotas. Entre ellas ha habido momentos emotivos, como la plantación de un retoño del árbol de Gernika frente al Capitolio, la elección de una de sus piezas por parte del Smithsonian como regalo para Garamendi o “la visita de gente nacida en Durango que ha venido a saludarme y charlar un rato”.
Pero si tuviera que destacar un momento, el artesano se queda con las visitas de Pablo “un señor invidente que ha venido varias veces a ver con sus manos mi trabajo y a comprobar mis avances en el mismo”.
“Me siento muy orgulloso de pertenecer a este país y de haberle representado en Estados Unidos. Es muy importante que se visualice nuestra cultura, nuestro idioma. Que se nos conozca y reconozca, y que construyamos día a día ese hueco que Euskadi merece entre el resto de naciones del mundo”, ha manifiestado.