De la avispa asiática a la abeja ibérica

La avispa asiática se come a la abeja ibérica. No es extraño, vista la sagacidad de la primera y la torpeza de la segunda. De la perspicacia de la avispa ya vamos teniendo suficientes muestras: China se ha erigido ya en segunda economía mundial y se está apropiando de todo lo que pueda suponer potencial de crecimiento para el futuro, ya sea I+D+i o materias primas. Para cuando algunos se deciden a ir, ellos ya vienen de vuelta de recorrer chequera en mano los cinco continentes. De su ventaja da muestra el hecho de que es ya la primera prestamista mundial.

¿Y, mientras tanto, que ha hecho la abeja ibérica que más bien parece la cigarra aquélla de la fábula? Pues aparte de cantar por bulerías en verano e invierno, Nueva Rumasa se ha apropiado de 140 millones de euros prestados por unas 5.000 familias, a razón de 28.000 euros de media cada una.

Puede que estas personas reciban de vuelta su dinero, pero ya se han echado a temblar, después de que las principales empresas del grupo se hayan acogido a la situación preconcursal. Ello significa que estos pequeños inversores serán los últimos de la fila de acreedores.

La situación crítica del reconstituido “imperio de la abeja” ha sobrecogido a propios y extraños, toda vez que abarcaba marcas líderes y archiconocidas, sobre todo del ramo de la alimentación. Además, no es nada que habíamos visto en televisión los anuncios de sus pagarés, en los que las promesas de altas rentabilidades se entremezclaban con imágenes de sus gigantes y modernas fábricas plantadas en latifundios al más puro estilo ‘Falcon Crest’.

Mucha gente volvió a picar deslumbrada por el reclamo de la publicidad engañosa… ¿Qué clase de sociedad seguimos siendo que nos engatusan una y otra vez con el timo del tocomocho en versión producto financiero?

Lo que estos casos ponen en evidencia es que, en materia de inversiones, nunca está claro cómo acertar, ni qué empresa o grupo va bien o no, porque los resultados en Bolsa también son engañosos. Pero da la impresión de que conviene desconfiar de quienes ofrecen intereses muy por encima de la media del mercado.

Después de que la burbuja de Banesto explotara hace años en la cara de miles de accionistas de la noche a la mañana, y más recientemente de los escándalos de Lehman Brothers y otros casos que nos han conducido a la crisis mundial que padecemos, ¿quién es capaz de distinguir la apariencia de la realidad? Pensemos que quienes dilucidan esto son personas y que con los seres humanos también es difícil separar la fachada de lo auténtico.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia