El reconocimiento de los presos de ETA

Quizás una de las lecciones más difíciles del ser humano contemporáneo sea aprender a sentir la satisfacción. Sentirse satisfecho significa, en gran medida, ser feliz. Diría, desde esta breve y humilde reflexión, que la satisfacción es un éxtasis prolongado; pero mucho más complaciente que un efímero orgasmo.Y sumergidos en esta vorágine consumista, nadie nos ha enseñado a sentirnos satisfechos. Todo lo contrario, la insatisfacción, como sentimiento previo para la mejora constante, se socializa como atributo necesario para una élite social que pretende evolucionar, ser mejores, conseguir ascensos, vencer a sus rivales, competir contra los más grandes???

Reflexioné sobre la insatisfacción infinita escuchando a tres periodistas hablando sobre la declaración del colectivo de presos de este fin de semana. Para ninguno de los tres el reconocimiento del sufrimiento causado por ETA que declararon los presos era suficiente, ninguno se sentía satisfecho. Entre los tres, hicieron un ejercicio de filosofía-retórica-periodística: ???Reconocer algo no significa nada más que reconocer ese algo???; o sea, que reconocer algo simplemente significa que algo ha pasado. Y aparentemente, eso ya no sirve para sentirse satisfecho.

Efectivamente, para que alguien se sienta satisfecho, él mismo debe imponerse ciertos límites, que delimiten la satisfacción (la complacencia, el gozo) y la insatisfacción (la desazón, el desagrado). Y suele ser conveniente que esos límites sean fijados de antemano.

El problema llega cuando a esta sociedad le cuesta tanto imponerse esos límites de antemano: en el consumo, en la alimentación, en el amor, en el éxito, en la depresión, en la ambición, en la pasión??? Y se empeña en llevar más allá constantemente esos límites entre un sentimiento y el otro, sin fecha final, pensando que siempre se podrá alcanzar algo mejor, algo más de lo que nos gusta. Es una especie de enfermedad de la insatisfacción.

Si hace 10 meses alguien nos hubiera dicho que el colectivo de presos de ETA, muchos de ellos militantes de ETA, reconocería que ha causado múltiple dolor y sufrimiento, creo que la mayoría de esta sociedad se sentiría en el margen de la satisfacción.

Pero, he ahí la cuestión, he ahí la patología de la insatisfacción. Diez meses más tarde, la mayoría de los mensajes en los medios de comunicación respecto a la declaración del sábado es de insatisfacción. Y los periodistas debaten como llevar al otro margen del río, dialécticamente, la cuestión. Le dice un plumilla al otro: ???Imagínate que yo te pego un tortazo y te hago sangrar. Después yo reconozco que te he pegado y que estás sangrando. Pero eso no significa que yo me arrepienta de haberte pegado. Simplemente estoy reconociendo algo objetivo???. Y tan a gusto. Teletipo al canto y la insatisfacción sigue calando.

Os lo aseguro, cuando uno o una aprende a sentirse satisfecho (después de haberse sentido varias veces insatisfecho) es mucho más feliz. Quizás los periodistas estén aplicando equivocadamente aquella máxima de que su trabajo es sentirse constantemente insatisfechos.
   

Julen Orbegozo kazetaria da