Dinerocracia e independencia

Corren malos tiempos para la democracia, secuestrada como está por los mercados, por los poderes económicos y financieros, a nivel de estados, a nivel de Unión Europea, a nivel planetario. La dinerocracia está condicionándolo todo, también el debate sobre los independentismos.

Como botón de muestra, he aquí algunas “sabias” reflexiones en torno a la gran manifestación independentista de Cataluña con motivo de la Diada, recogidas por la prensa recientemente.  Javier Elzo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto, comenta que “si Mas (el honorable Artur Mas) logra una componenda con Rajoy sobre el pacto fiscal, se acabó el independentismo. Los que en la multitudinaria manifestación de Cataluña se colocaron detrás de la pancarta acudieron porque lo están pasando mal,  están cabreados y encima se sienten insultados”.

En esta misma línea, un diario prestigioso de Madrid apuntó que la patronal catalana se sentía incómoda ante el espectacular crecimiento del sentimiento independentista, dando a entender que, para el capitalismo catalán, lo que importa y es más que suficiente es que se satisfagan las reivindicaciones de Cataluña en el tema de fiscalidad, o sea un Concierto económico para Cataluña similar al que tiene Euskadi.

Alfredo Retortillo, miembro del equipo del Euskobarómetro, añade que el independentismo catalán se ha visto abonado y regado a diario por el dedo acusador de buena parte de la clase política catalana apuntando directamente hacia Madrid. “En tiempos de crisis es un fenómeno recurrente, como quienes apuestan en Europa por salirse del euro. En definitiva, todos se agarran al sálvese quien pueda”, apunta el miembro de Euskobarómetro.

Por su parte, Eduardo Virgala, catedrático de Derecho Constitucional de la UPV, se refiere a nuestra comunidad autónoma para señalar que “Euskadi tiene independencia financiera en la práctica. No sé qué más cosas tangibles se le pueden ofrecer. Ni EH Bildu lleva una propuesta concreta abiertamente independentista a las elecciones”.

La última oleada del Euskobarómetro, realizada en mayo de este año, señalaba que un 24% se declara independentista, y el número de federalistas se sitúa en torno al 32%. A raíz del portazo del Congreso de Madrid al plan Ibarretxe, en 2005, la cifra de independentistas en Euskadi subió hasta un 37%, pero salvo en aquel momento parece ser que se ha mantenido permanentemente en niveles similares a los del mes de mayo pasado.

Por el contrario, en Cataluña el independentismo, siempre en una línea de zigzag, registra un alza constante desde un 13,9% en el año 2006 hasta un 34% actualmente. Es más, a la pregunta: Si mañana se hiciera un referendum para decidir la independencia de Cataluña ¿qué votaría? un 51,1% responden que votarían a favor.

¿Posibles explicaciones a esas diferencias entre el independentismo en  Euskadi y en Cataluña?

Entre otras explicaciones, algunos entendidos apuntan que Euskadi disfruta de un Concierto económico con el Estado, Concierto que Cataluña no aceptó en el momento de la Transición democrática, por los riesgos que podría entrañar, pero que ahora reclama a voz en grito… La economía vasca, los que tienen el dinero en Euskadi, parecen sentirse relativamente cómodos con el tratamiento fiscal que reciben. Pero la patronal catalana, y su portavoz el gobierno actual de CIU, no están a gusto con el trato que se les da, y cargan al Estado las culpas de una crisis en la que posiblemente el capitalismo catalán tiene una buena parte de la responsabilidad y culpa.

Juanjo Alvarez, Catedrático de Derecho Internacional de la UPV, señala, en una línea positiva y esperanzadora, que “el aldabonazo catalán forzará a abordar el debate con madurez y sin maniqueísmos” Ya va siendo hora de que el debate sobre las nacionalidades históricas deje de demonizarse y se plantee con mayor sosiego y madurez, desvinculándolo del maniqueísmo que supone contraponer secesión y unidad de España.

Y uno se atrevería a añadir que también va siendo hora de que este debate no lo controlen los poderes económicos y financieros, y sea sometido a la voluntad soberana de los ciudadanos. La dinerocracia que padecemos en esta península, en Europa, en el planeta entero, debe dejar paso de una vez a la democracia.

Y ustedes que lo vean.

Honorio Cadarso es periodista