Dos alumnas durangarras del instituto Fray Juan de Zumárraga han sido reconocidas con el Premio Extraordinario de Bachillerato entre los casi 15.000 jóvenes que finalizaron esos estudios el curso pasado en Euskadi. Para conseguirlo, Angela Uriguen Bakedano y Maialen Monje Olabegoia tuvieron que presentarse a un examen especial junto a otros 589 alumnos que, como en su caso, habían logrado una nota media igual o superior a 8,75.
“No nos pareció una prueba especialmente difícil. Ni siquiera llegamos a prepararla porque fue pocos días después de la selectividad y ya habíamos estudiado bastante”, explican. Eso sí, ambas admiten que les resultó más sencillo completar este examen que acudir a primeros de abril a la ceremonia de entrega de diplomas que protagonizaron en Lakua junto a los otros trece jóvenes vascos premiados (entre los que también se encontraba la alumna de la ikastola Lauaxeta Oneka Perea Ariznabarreta).
Ambas tienen la madurez suficiente como para expresar que no se sienten de las mejores estudiantes de Euskadi por haber obtenido una puntuación más alta en una prueba que ellas mismas califican de “un poco arbitraria”. “Tuvimos que hacer unos ejercicios de matemáticas y luego, varias redacciones, así que el resultado dependía bastante de lo inspirada que estuvieras ese día. Al fin y al cabo –remarca Angela–, son exámenes a los que se presenta gente muy buena y en los que tienes que tener un poco de suerte”.
Estudiantes de matrícula
Amigas desde pequeñas, su expediente académico deslumbra. Han sido estudiantes de matrícula y han podido optar a las carreras más exigentes, aunque las dos tienen claro que “sacar notas más altas no quiere decir que vayas a ser mejor que otra persona en tu trabajo. Es un filtro que pone el sistema educativo; nada más”.
Con una nota de 13,6 sobre 14, Maialen se decantó por la Bioquímica. Ella es una estudiante regular, de las que le gusta encerrarse diariamente en su habitación a repasar apuntes. “Nunca ha hecho falta que mis padres me dijeran nada. Me gusta esforzarme para sacar lo máximo”.
Angela, que también estudia grado medio de violín, remolonea un poco más. Tiende a dejarlo para los últimos días y prefiere hincar los codos en la biblioteca, aunque su media de 13 habla por sí sola de su capacidad.
En su caso, ha elegido Medicina, aunque este primer curso le tiene un poco desconcertada. “Quería hacer una carrera que me permitiera trabajar con personas y de momento, las asignaturas son demasiado generales”, señala con cierta resignación.
Más gratificante le ha resultado dejar atrás las aulas del instituto para sumergirse en el bullicio del campus de Leioa. “Está guay. Hay muy buen ambiente y empiezas a sentirte mucho más independiente”.
A falta de pocos meses para que finalice su primer año universitario, las dos van a disfrutar de uno de sus veranos más especiales gracias a la estancia de tres semanas en Canadá, que incluye un curso de perfeccionamiento de inglés, con que el Gobierno vasco les va a recompensar. “¡Ese sí que es el verdadero premio!”, coinciden.
Tenéis más razón que vuestros enseñantes,en un sistema memoristico del siglo XIX esa nota que habéis sacado dentro de un mes se convertirá en un 2.