“Predicar en tu pueblo supone una dificultad añadida”

Amorebieta-Etxano cuenta con un nuevo fraile en el convento de Larrea, el zornotzarra Jon Rojas. Durante siete años ha vivido el proceso que le ha llevado a convertirse en carmelita, pero todavía le queda el paso más importante, el que tendrá lugar en diciembre cuando se ordene sacerdote. El de Etxano tiene 33 años, estudió informática en el colegio Maristas de Durango y después realizó la carrera de Magisterio. 

-El pasado fin de semana pasado fuiste protagonista de dos celebraciones muy especiales.

-El sábado tuvo lugar en Larrea la profesión solemne. Significa que una vez realizados los primeros votos, los vas renovando todos los años. Ha supuesto que, aunque ya tenía los votos desde la primera vez que los emití el 4 de septiembre del 2010, desde el sábado son para toda la vida. Además, obtienes un reconocimiento dentro de la orden. Se tiene voz y voto, y adquieres unas responsabilidades internamente. La segunda celebración fue el domingo, en Etxano, donde se llevó a cabo la ordenación diaconal, que es uno de los siete sacramentos.

-Ahora ya estás integrado en la comunidad carmelita de Larrea. ¿Te ha sorprendido algo?

-No me ha supuesto demasiado cambio porque durante los cinco años que he estado estudiando en Salamanca, las vacaciones las he pasado en Larrea y conozco ya muchas costumbres de esta comunidad. 

-Todavía te quedan más pasos por dar.

-Sí, en diciembre tendrá lugar la ordenación sacerdotal. Para la comunidad supondrá un gran respiro porque yo ahora no puedo celebrar misa.

-¿Cuándo estuviste seguro de tomar ese camino?

-Fue en Semana Santa de 2008 Concretamente, el viernes santo, durante el sacramento de la confesión. Yo era profesor de religión en colegios públicos, tenia plaza fija, la idea de formar familia y proyectos de futuro en mente como el de comprarme un piso. Pero cuando sentí la llamada de Dios tocó cambiar todos esos planes.

-No parece una decisión que se tome de un día para otro.

-Primero pedí hacer una experiencia de unos diez días. Luego llegó otra etapa, que es el postulado, que en mi caso fueron seis meses en Gasteiz. Este es un proceso más largo en comunidad para ver si es lo que realmente quieres. Los primeros años son de prueba, de toma de contacto.

Romper con familia y amigos

-Después te fuiste a Salamanca.

-Sí, allí realicé mis estudios de Teología durante cinco años. Y ahora estoy realizando un master en la Universidad de Deusto.

-¿Cómo te ha cambiado la vida desde aquella Semana Santa de 2008?

-Me ha cambiado en todo. Pocas cosas quedan en su sitio. Sobre todo, porque me ha tocado estar fuera de casa y eso supone romper con la familia y amigos.

-¿Cómo reaccionó la gente más cercana a ti al conocer la decisión que habías tomado?

-La familia reccionó mal. Mi ama estaba muy enferma en ese momento y costó más. Mis amigos lo asumieron mejor porque hay otro carmelita en la cuadrilla y, al ser el segundo, tampoco ha sorprendido tanto.

-Tu destino es Amorebieta, el convento de Larrea. ¿La decisión fue tuya?

-Es una decisión tomada en diálogo y también teniendo en cuenta los estudios que estoy haciendo. Ahora estoy en la Universidad de Deusto, pero cuando termine los estudios no sé lo que ocurrirá.

-¿Te gustaría seguir?

-Sí y no. Por una parte me gusta el trabajo, estoy cerca de casa y también de mi madre. Pero por otra parte no, por la dificultad que supone predicar en tu pueblo.

-La Iglesia católica vive sumida en una crisis de vocaciones y cada vez cuesta más ver gente joven en misa. ¿Qué lectura haces de esta situación?

-Creo que no hemos sabido transmitir la fe. Para trasmitirla hay que que vivirla y, aunque sabemos lo que hay que hacer, vivir y transmitir no es lo mismo.