Los padres de Juan Antonio Bueno emigraron desde Málaga en busca de un porvenir. Nunca transmitieron a sus hijos la “tristeza y la añoranza” que debieron sentir, porque lo que más les importaba era que “a nosotros no nos faltara lo que a ellos sí les faltó”.
En el caso de Iraide Donaire, sus abuelos procedían de Andalucía y Castilla-León. Ella no tiene dudas de que esa mezcolanza de culturas ha sido “enriquecedora” y reclama ese “calor y esa bienvenida” para todas las personas “que han venido y vendrán”.
Rafa Peñafiel, por su parte, llegó con dos años a Amorebieta. Vivió dos décadas en esta localidad y las últimas cuatro, en Durango. “Me da la impresión de que quienes llegaron en la década de los 50 lo tuvieron más fácil porque había mucho trabajo. Ahora hay gente que tiene esa idea equivocada de que vienen a quitarte lo tuyo y no siempre se les recibe igual”.
Reconocimiento a sus aportaciones
Estos tres testimonios podrían formar parte perfectamente de un mosaico gigante de experiencias sobre el fenómeno migratorio que se vivió en Euskadi con la llegada de la industrialización. 9.000 personas vivían en Durango en 1950. Casi tres décadas después, la población se había triplicado hasta alcanzar la cifra de 27.000.
Con el propósito de analizar la aportación económica, social y cultural de todas esas personas trabajadoras que llegaron a la localidad por esas fechas, EH Bildu presentará al pleno del próximo martes una moción para que se impulse una beca de investigación que permita recopilar todas sus vivencias.
“Queremos un relato colectivo porque son personas que también construyeron Durango y que merecen un reconocimiento, aunque sea simbólico”, ha apuntado el concejal abertzale Aritz Bravo, en la rueda de prensa que ha ofrecido este mediodía junto a Peñafiel, Bueno y Donaire.
Con autocrítica
Bravo ha adelantado que la idea de su formación es mover la primera ficha para que sean las propias asociaciones, centros culturales o personas individuales quienes asuman después el protagonismo. El edil abertzale cree también que esta investigación no debería estar exenta de autocrítica por la utilización de apelativos despectivos como “maketo” o “belarrimotz” que durante muchos años estigmatizaron a estas familias.
“Durango tiene que ser municipio plural orgulloso de todas sus identidades, de ahí la importancia de seguir tendiendo puentes”, ha concluido.
Enriquecedor correcto. Para los que se han integrado un gran abrazo. Para los que nos odian y enseñan a sus hijos odiarnos rechazo. Recordar que hay una nueva inmigración y quiero abrazarles, para elo tienen que integrarse y hay que ayudarles.
Pues si. Porque del relato del Martxoak 31a ya estamos un poco saturados. Y si fuera alguien capaz de hacer un relato de futuro tampoco estaría nada mal.