“El potencial y el talento no sirven si no funcionas psicológicamente”

Deniba Konaré se ha convertido en un rostro habitual de la información deportiva. Las imágenes en las que aparece esta judoca durangarra suelen tener un elemento en común: aparece mostrando una medalla. Acaba de completar una temporada en la que no ha conseguido el objetivo de participar en los Campeonatos del mundo y de Europa, pero en la que se ha fortalecido mentalmente. Un aspecto que será vital en su inminente paso a la categoría senior, en la que los buenos resultados “tardarán en llegar”, asume.

La relación de Konaré con el judo no fue amor a primera vista. Comenzó en la práctica de este arte marcial con sólo 6 años animada por una amiga “pero al principio no me gustó”, admite. Fue su padre quien le inculcó la idea de que tenía que continuar en el tatami, pero lo que realmente le convenció llegó un tiempo más tarde.

“Con 12 años fui medalla de bronce en el Campeonato de España infantil, y creo que ese fue mi punto de inflexión. Empezó a cambiar mi mentalidad, que se hizo más competitiva, y me entraron ganas de enfrentarme a gente de alto nivel”, recuerda. “También empecé a entrenar más porque sentía que comenzaba a disfrutar del judo”.

Desde entonces, su paso por los podios de torneos vascos, estatales e incluso europeos ha sido una constante. Pero Konaré asegura que este deporte, además de títulos, le ha aportado seguridad y confianza “como judoca y como persona”. “Antes era bastante tímida y tenía poca autoestima, pero he mejorado en esos aspectos en todos los ámbitos de mi vida gracias a mi experiencia en esta disciplina”.

Esa falta de confianza inicial provocó que su proceso de mejora fuese “más lento que el de los demás”. “No es fácil ver cómo tus compañeros van avanzando y tú te quedas atrás, al no poder alcanzar su ritmo. Recuerdo que estábamos en un Campeonato de España cadete y había una chica de mi edad que ya había participado en Copas de Europa. Me recuerdo sentada en la grada deseando llegar a su nivel”.

Konaré se marcó ese objetivo y se dio un año de plazo. Tras ese tiempo, ya estaba disputando una competición continental. “Tenía claro que mis límites me los imponía mi propio estado mental, porque todo el mundo me decía que tenía mucho potencial y talento. Pero todo eso no te sirve de nada si no funcionas psicológicamente”, afirma.

Quitar lastre

Convencida de que ese era el aspecto personal en el que debía centrarse, la judoca comenzó a trabajar hace un par de años con un especialista para tratar sus temas personales “que era lo que, sobre todo, me estaba lastrando en mi carrera”. Y más recientemente ha añadido sesiones con un psicólogo deportivo para mejorar su rendimiento en el tatami: “Se trata de aprender a gestionar esas emociones que ponen barreras para alcanzar tu 100%, tanto en los entrenamientos como en las competiciones”.

Con sus 20 años, ha finalizado su última temporada como junior y afronta un complicado paso a senior para el que se precisa una gran “madurez emocional”. “Sé que lo más probable es que me eliminen en los primeros combates en los torneos a los que acuda. En algunos no duraré más que unos pocos segundos. Me enfrentaré a gente con mucha más experiencia que yo y los resultados no serán buenos”, prevé.

Pero también está convencida de que está preparada para encajar este periodo de adaptación y lograr pulirse. “Técnica y físicamente nunca he tenido problemas, mi hándicap siempre ha sido psicológico”, insiste. Pero ya ha tomado medidas para superar ese aspecto.

Esta transformación en una Konaré más madura llega tras una temporada en la que el Mundial y el Europeo eran las principales metas. Para el primer torneo era preciso conseguir dos medallas internacionales y para el segundo, un metal y un quinto puesto.

A la Copa de Europa que se disputó en Portugal, Konaré acudió con un esguince en la rodilla que sufrió una semana antes entrenando en el centro de alto rendimiento. Tras finalizar el combate en el que salió derrotada, la judoca comentó a su entrenador, Iñaki Salas, que la lesión “no era una excusa”. “Sabía que no había perdido por eso y que había algo que no funcionaba en mí. Tenía que hacer un cambio si realmente quería llegar a mi máximo nivel”.

Artista del tatami

Y en eso ha trabajado junto a su equipo técnico durante este año, no tanto en los resultados sino en volver a disfrutar del deporte. “Al igual que un músico se expresa en sus melodías o un pintor en sus cuadros, yo quiero expresarme en el tatami con mi técnica”.

Finalmente, gracias a un quinto puesto en París y una plata en Birmingham, cumplió los requisitos para tomar parte en el Campeonato de Europa, aunque no entró en la lista de seleccionados. “Es una pena, pero tenían sus razones y las acepté. Así son la vida y el deporte, el esfuerzo no siempre da sus frutos. Pero no es más que un bache que no me impedirá luchar por mis objetivos: Europeo, Mundial y Juegos Olímpicos”.

Una estoica respuesta que certifica la madurez y la fortaleza mental de Konaré para superar sus próximos retos. “Será un año duro y de transición, en el que lucharé por no acabar desmotivada. Empezaré a años luz de mis rivales, pero tras cada combate estaré un poco más cerca”.