“Cuando estoy de vacaciones tengo mono de violín”

Lejos de recurrir a la típica frase hecha, si algo puede quedarte claro después de leer este reportaje es que obtener un Grado Superior de Música tiene, verdaderamente, bemoles. ¿Cuántos jóvenes acaban la carrera de Medicina, Ingeniería o Económica cada año? Muchos miles. ¿Cuántos se convierten en músicos profesionales tras pasar por los últimos cursos de un Conservatorio? La cifra no debe pasar de unos pocos cientos.
Tanto es así que tan solo un puñado de jóvenes de Durango y Amorebieta tiene entre sus manos este título (el equivalente a cualquier Licenciatura universitaria) desde que el Conservatorio de Grado Medio Bartolomé Ertzilla abriera sus puertas en 2007. Los ‘doctorandos’ en música son doce, de los que siete han acabado ya sus estudios y han cumplido el sueño de poder dedicarse ‘full time’ a la música, mientras que otros cinco todavía están cursando la carrera.
Para Alfredo Sanz, el director de la Escuela de Música y Conservatorio de Grado Medio Bartolomé Ertzilla, es una cifra más que notable. “No es habitual en un centro de un municipio de menos 30.000 habitantes como es el nuestro”, destaca. “En los doce años que llevamos como conservatorio hemos testado nuestros niveles de exigencia y tenemos claro que son los adecuados porque casi todos los estudiantes que van a las pruebas de acceso, las superan”.
Con cuentagotas
Aun así, la complejidad es grande porque los Centros Superiores de Música ofertan plazas “con cuentagotas”, en palabras de Sanz. Un ejemplo de cómo funcionan estos conservatorios es Musikene, uno de los más prestigiosos del Estado junto al ESMUC de Barcelona, que el curso pasado tramitó 82 matrículas para una demanda cuatro veces superior.
Esas plazas se reparten entre las treinta especialidades que el centro donostiarra imparte divididas en composición, dirección, pedagogía e interpretación. Da una media de dos plazas por año e instrumento salvo para el piano y el violín, los más solicitados, para los que se ofertaron catorce plazas en total.
Teniendo en cuenta además que dos tercios del alumnado de Musikene procede de otras comunidades autónomas o países, la competencia se antoja brutal. “De ahí que solamos recomendar a nuestros estudiantes que, al menos, se presenten a las pruebas de acceso de dos conservatorios”.
Bartolomé Ertzilla mantiene en los últimos años un nivel de matriculaciones que roza su capacidad. La Escuela de Música ronda los 700 alumnos, mientras que en el Conservatorio de Grado Medio hay 45. La plantilla del centro durangarra es de una treintena de profesores y dos personas que llevan a cabo labores de administración.
Prometedoras carreras
Entre los siete alumnos del Conservatorio Bartolomé Ertzilla que han obtenido ya el Grado Superior de Música se encuentran la chelista Nerea Aizpurua, que pertenece a la primera generación del centro; el oboísta Ekaitz Mardaras, la clarinetista Elena Arbonies, la txistulari Karol Argiarro y la violinista zornotzarra Ane Ibarra.
El guitarrista Dani del Valle, el batería Asier Elías e Irati Bilbao también son exalumnos del centro durangarra, aunque en su caso de la Escuela de Música. Los tres superaron las pruebas de acceso al Conservatorio Superior sin cursar el grado medio.
Quienes aún no han finalizado la carrera son la chelista Matxalen Erzilla, la violinista Irati García Barreña, Maite Molina y Daniel Balas. Estos dos últimos en Pedagogía del Lenguaje Musical.
Todos ellos tienen carreras prometedoras por delante. Un ejemplo de ello es Irati Bilbao que, tras cursar durante muchos años estudios de flauta en Bartolomé Ertzilla, superó las pruebas de acceso de Musikene en la especialidad de canto-jazz. Últimamente se ha hablado mucho de ella por hacerse, junto a la guitarrista Eva Alcaide, con el primer premio como solista en el Concurso de Canciones Feministas de Durango.