
A pocos meses de cumplir dos años desde su apertura, el museo de ciencias naturales Hontza de Mañaria estrena su nueva exposición temporal dedicada a los equinodermos. Durante este tiempo, cerca de 4.000 personas se han acercado para conocer los tesoros que alberga, una cantidad “muy por debajo de lo que esperaba”, lamenta su fundador Enrike Huerta.
Con cada nuevo curso escolar, el museo renueva parte de su material accesible al público. “Empezamos con crustáceos y continuamos con moluscos, y ahora toca el turno de los equinodermos”, explica Huerta. Junto a tres grupos menos conocidos como los ‘pepinos de mar’ u holoturias, lirios de mar o crinoideos y las ofiuras, los visitantes no tendrán problemas en reconocer a las estrellas y los erizos de mar.
“En total, hay más de 60 ejemplares representativos de todo el mundo y todos son destacables”, asegura. “Pero si tuviera que escoger uno sería la luidia ciliaris o estrella de mar cantábrica”. Este ejemplar posee siete brazos y posee un diámetro de 40 a 50 centímetros siendo una de las especies más grandes del mundo. “Pero también son muy llamativos los erizos de mar, algunos con unas púas enormes”, señala.
Casi 4.000 visitantes
Desde su apertura en noviembre del 2014, casi 4.000 personas han visitado Hontza Museoa. Una cifra bastante alejada de las previsiones de Huerta, que esperaba “al menos el doble de asistentes”, confiesa. “Si soy sincero, siento que me ha fallado mucha gente y, sobre todo, esperaba una mejor respuesta de los colegios. El problema es que muchos centros todavía no nos conocen o ya tenían programadas las excursiones para el pasado curso. Espero que a partir de septiembre, la cosa mejore”, desea.
A pesar de esa decepción, agradece a toda la gente que ha pasado por las instalaciones de Mañaria, “teniendo en cuenta que no estamos en un sitio céntrico, por donde pasan cientos de personas al día. Aquí, hay que venir expresamente”. Y así lo han hecho casi todos los centros de personas mayores del Duranguesado y de otras poblaciones de Bizkaia, así como grupos de montaña, excursionistas o familias.
“También han respondido bien desde la universidad; el año pasado vinieron cuatro cursos y ya se han apuntado otros cuatro de Segundo de Biológicas para el siguiente (más de 90 estudiantes)”, enumera. “Lo malo es que vienen a cuentagotas y te encuentras con jornadas en las que no aparece nadie. Todavía es un museo un poco desconocido “.
De un león a una lagartija
De lo que Huerta se muestra más satisfecho es de la sensación que el museo ha dejado en los visitantes. “Es difícil saber qué llama más la atención de la gente, porque unos prefieren los reptiles, otros las aves… pero en general gustan más las especies grandes, las de mayor volumen, porque siempre son más llamativas. Ver un león, un leopardo o un avestruz siempre es más espectacular que ver una lagartija”, bromea.
Pero, en general, cree que el público ha valorado “lo que se encuentra en el conjunto del museo, no esperan ver tantos animales juntos”. En una visita, se pueden observar unos 750 ejemplares y, teniendo en cuenta que hay almacenados más de 37.000, “se puede tener una idea de todo lo que se podrá ir conociendo cuando vayamos cambiando cosas. Pero el espacio es el que hay”, comenta.
Para el próximo curso su principal objetivo es aumentar las visitas, “sobre todo por parte de los colegios”. Y en cuanto a los proyectos a corto plazo, anuncia que tiene “mil en mente, se podrían hacer maravillas. Lo que falta es el dinero. Al no haber subvenciones, todo tiene que salir de mi bolsillo y debo hacerlo yo mismo, con las limitaciones que eso supone”.
La gente está cogiendo pokemon.