El año pasado, el Gobierno vasco inició una campaña de información sobre los fondos europeos Next Generation para la rehabilitación energética de edificios y viviendas, con el fin de animar a la ciudadanía a solicitarlos. El éxito de la convocatoria de estas subvenciones desbordó todas las previsiones, agotando las partidas disponibles con obras ya iniciadas y miles de expedientes por tramitar.
Tanto el sector de la construcción y empresas asociadas, como particulares que planeaban afrontar este tipo de reformas, acogieron con ilusión esta convocatoria de ayudas que se podían solicitar hasta finales de este 2023.
Sin embargo, el pasado junio, el Departamento de Vivienda anunció la paralización de la recogida de solicitudes al haberse agotado los fondos. Para entonces, la administración pública ya había comprometido 130 millones de euros entre actuaciones aceptadas o en tramitación que beneficiaban a más de 15.600 viviendas, quedando en el aire una lista de espera con miles de expedientes que, en algunos casos, correspondían a obras ya iniciadas o proyectos ya redactados.
A finales de octubre, desde Lakua se anunció la ampliación del presupuesto destinado a estas subvenciones en otros 60 millones de euros, con cargo a remanentes de tesorería, pero es una cantidad destinada para quienes registraron sus solicitudes antes de que se suspendiera prematuramente su recepción.
Sorpresa “mayúscula”
“La acogida ha sido muy buena, en gran parte porque se han movilizado un montón de agentes: los colegios de administradores de fincas, los colegios de arquitectos –que incluso nos han impartido cursos de formación– y las propias comunidades de vecinos, que han estado muy receptivas”, explica la arquitecta Aintzane Gaztelu-Iturri.
“Dicho esto, lo que ha ocurrido es que de la noche a la mañana se acabó el dinero”, añade. “Fue una sorpresa con mayúsculas, porque nadie tenía constancia de que existiera el riesgo de que se cortara el grifo”.
Una circunstancia que ha provocado que muchas comunidades “se hayan quedado a medias o hayan renunciado a realizar obras de rehabilitación que tenían planeadas ante la duda de si volverá a haber convocatorias similares a corto plazo, ya que son inversiones considerables”.
La tramitación de los expedientes también ha provocado numerosas dudas por su complejidad, como ha trasladado parte de su clientela a Guillermo Oarbeaskoa, de Royuela Apainketak. “Aparte de dejar colgada a mucha gente, quienes han logrado que se acepten sus solicitudes se han encontrado con un papeleo muy engorroso y con que se tarda un montón en cobrar las subvenciones”, critica.
Nuevas convocatorias
Pero también admite que estas ayudas “han reactivado a todo el sector, ya que se han hecho muchas instalaciones a su cuenta”.
Sobre la reactivación de estos fondos en un futuro, Gaztelu-Iturri muestra cierta confianza. “Para empezar, a nivel del Estado, se van a repartir las ayudas que no se han consumido en varias comunidades entre las que sí las demandan. Más allá de eso, Europa seguirá inyectando un dinero que tendrá que redistribuirse para estos usos, si se quiere renovar el parque inmobiliario y cumplir con una normativa de vivienda que es cada vez más exigente”.