
Aunque los rostros de las mujeres que forman parte de la Pasión de Durango suelen pasar más desapercibidos salvo que hagan de María, como es su caso, ha protagonizado buena parte de los papeles femeninos de la obra. “Me falta el de Verónica”, bromea. Izaskun Astondoa habla con durangon.com antes del inicio de las representaciones, que finalizan esta noche.
-Llevas ya muchos años en la obra, ¿cómo la conociste?
-Es verdad que llevo muchos años, deben ser como unos 18. Comencé por mi hijo, que quería apuntarse en la Pasión y aunque él lo dejó un tiempo después, aquí sigo yo porque descubrí a un grupo de gente muy maja. Somos como una pequeña familia.
-Va a ser el tercer año que hagas de María.
-Sí, la primera vez fue en 2012 con Egoitz (Iraurgi) y luego repetí al año siguiente con Xabi (Arana).
-¿Y qué tal con Markel? Supongo que, al conoceros bien, habrá sido más fácil.
-Me encantó cómo lo hizo en 2022 y tenemos una amistad de hace tiempo que nos da ese ‘feeling’ que hace falta para hacer de madre e hijo. Me transmite mucha dulzura.
-¿Te sorprendió que volvieran a contar contigo para el papel?
-Un poco sí, no te voy a decir que no. Me llamó Markos (Echarte) para preguntarme si me animaba a volver a hacer de María y aunque al principio dudé por temas de trabajo, luego pensé que cómo iba a decirles que no. Ya saben que estoy aquí para lo que necesiten.
Más tranquila
-¿Cómo recuerdas aquella primera experiencia? ¿Te gustaría dar algún matiz diferente al personaje?
-Tengo un recuerdo súper bonito. Hasta me emociono (se le quiebra la voz) cuando hablo de ello. No sé si lo hice bien o mal, pero fue una experiencia preciosa que la viví muy intensamente. En lo que respecta a este año, lo que sí me noto es más tranquila. Ya sé lo que es y a Markel le veo muy bien, así que no habrá grandes cambios. Lo único que me ha comentado el director es que saldré un poco con el pueblo antes de encontrarme con primera vez con Jesús.
-Año tras año, pese a las dificultades, el telón vuelve a levantarse.
-Es difícil porque a la gente le cuesta cada vez más involucrarse y también hay quien marcha fuera en Semana Santa. Es verdad que necesitaríamos más apoyo, pero no arrojamos la toalla.