
La luchadora Jazmín Henderson se enfrentará este verano al mayor reto de su carrera deportiva. La joven berriztarra ha sido seleccionada para participar en el Mundial de kickboxing que se disputará en Dublín, entre el 27 de agosto y el 3 de septiembre. Con sólo 13 años, una impresionante lista de títulos le avalan.
Henderson tardó en cogerle el gusto a un deporte al que estaba predestinada. Su tío, Mack Tirado, dirigía la selección vasca de kickboxing y su hermano mayor, Alex, ya despuntaba sobre el tatami.
Sólo tenía 6 años cuando se enfundó los guantes por primera vez. Y pocos más cuando empezaron a llegar los títulos, lo que provocó que todas sus dudas se disipasen. “El primer torneo en el que participé lo gané”, recuerda sin dar demasiada importancia al hecho de que fuese un Campeonato de España.
Desde entonces los resultados han acompañado a la berriztarra que asegura que “nunca te acostumbras a ganar”. “Es algo que no se puede describir. Ver a tu familia en la grada, al público aplaudiéndote, recibir las medallas… Es todo muy emocionante”, confiesa.
“Ilusión y nervios”
Pierde la cuenta de los títulos vascos que posee -“deben ser 6 o 7”, calcula-, a los que hay que sumar dos oros nacionales y un sin fin de victorias en diversos torneos de toda la península. El Mundial de Dublín será su mayor desafío hasta la fecha, al que se enfrenta con una mezcla de “ilusión y nervios”.
“Voy a combatir contra gente de todo el mundo; es todo muy desconocido y no sé lo que me voy a encontrar. Es como en mi primer Campeonato de España, que cuando tuve mi primer combate tenía un montón de ganas de vomitar. Pero gracias al ánimo de la gente me repuse y al final gané”, declara.
Su mejor baza para lograr un buen resultado son “las patadas, ya que al tener piernas largas tengo más ventaja sobre mis rivales. Y lo que más tengo que mejorar son los puños y la movilidad, aunque ya lo voy mejorando”, describe.
Sueño olímpico
Lo que ha logrado hasta ahora tiene especial mérito, si se tiene en cuenta que practicar un deporte minoritario puede llegar a ser un lujo. A esto hay que añadir que “al ser una chica parece que sus victorias valen menos”, lamenta su madre, Sonia Tirado.
Por fortuna, el reto de Henderson contará con el patrocinio del Ayuntamiento de Abadiño, localidad en la que está ubicado su club, el Fexmack. “Hasta ahora, nos hemos tenido que costear todos los gastos. Sin esa ayuda, hubiera sido complicada su participación en Irlanda”, confiesa.
Tras el Mundial, el sueño deportivo de Henderson sería participar en unos Juegos Olímpicos, después de que el kickboxing haya sido reconocido como disciplina por el COI y comience a optar al medallero en Japón 2020. Y en un futuro más lejano, quiere seguir vinculada a este arte marcial. “Todavía no tengo claro qué voy a estudiar de mayor, aunque me veo como entrenadora. Pero no de chicos de instituto, ¡porque sé cómo son!”, bromea.