25-S, 26-S

En Madrid, ciudadanos indignados intentan rodear el Congreso, en Euskadi y Navarra los sindicatos nacionalistas promueven una huelga general, el Gobierno replica con medidas para minimizar en lo posible las dimensiones de una protesta que ocupa primeras páginas en la prensa internacional. Es la “otra” imagen de la “marca España” que replica al prestigio y popularidad que nos venía dando la Roja con sus éxitos deportivos…

Dicen desde el Gobierno que fueron 6.000 los manifestantes que desde la plaza Neptuno, la Plaza de España y otros lugares de Madrid intentaban confluir al perímetro del Palacio de las Cortes para gritar consignas como “No nos representan”; “Gobierno dimisión”, y reclamar una nueva Constitución que garantice la participación de todo ciudadano, en condiciones de igualdad, a la toma de decisiones de orden político.

La protesta, más a ras de tierra, era un clamor contra los recortes sociales que están echando abajo el Estado de Bienestar en el que intentábamos situarnos, romper de una vez con la dictadura asfixiante de los mercados y de los señores de las finanzas internacionales sobre la economía española, frenar en seco el constante crecimiento del número de parados en todo el Estado.

De los 350 diputados convocados, solo 50 asistían de cuerpo presente a la sesión de las Cortes, el resto, al parecer, o bien estaban ausentes o estaban diseminados por distintas dependencias del Palacio de Congresos, en diferentes actividades o tertulias. Excepto los diputados de IU y Amaiur que salieron a la calle a solidarizarse con los manifestantes.

La calle estaba tomada por unos 1.500 policías, y 6.000 manifestantes, según los calculos del Gobierno. Al parecer, todo discurría con normalidad, los promotores de la manifestación juraban y perjuraban que no tenían ninguna intención de perturbar el funcionamiento del Congreso ni de saltar las barreras impuestas por el cordón policial en torno al edificio congresual.

Pero aparecieron, al parecer, algunos encapuchados, que rompieron el escenario establecido y pactado por unos y por otros, y ya avanzada la tarde se produjeron algaradas, hubo 64 heridos, pelotas de goma, 35 detenidos.

Ayer, Euskadi vivió su huelga general, y solo nos cabe desear que todo se haya desarrollado dentro de los cauces de la normalidad democrática. Mientras tanto, el debate independentista sube de tono con la convocatoria de elecciones autonómicas por parte del honorable Artur Mas, el mismo día 25 de setiembre, coincidiendo con las manifestaciones de Madrid.

Y en esas estamos: los que ganaron las últimas  elecciones denuncian que las protestas en marcha intentan violentar el orden constitucional y el proceso democrático y echar del gobierno a los que han sido elegidos en procesos electorales inmaculados, tanto los que gobiernan en Madrid como los que gobiernan desde Vitoria.

Pero los que se manifiestan o hacen huelga replican que esos gobiernos se han entregado atados de pies y manos al capricho de los mercados y a las órdenes del capital internacional y están gobernando en contra de los derechos más sagrados de la ciudadanía.

Honorio Cadarso es periodista