¿Cómo hacer que el tiempo nos cunda? La vida es un soplo, como dice el famoso tango. De ahí que las prisas que, aunque parecen asegurar un aprovechamiento mejor de las horas disponibles, produzcan el efecto contrario.
Cuando nos aplicamos a algo dedicándole el tiempo que merece, esto es, de manera atenta y concienzuda, nos queda una buena sensación. Pero no sólo esto: constatamos que, efectivamente, lo hacemos mejor.
Las prisas son una imposición del sistema capitalista neoliberal en el que vivimos, que pretende rentabilizarlo todo en el menor tiempo posible. Se trata de una dinámica que envuelve a todas las personas, pero que afecta especialmente a las mujeres. El entorno y nosotras mismas nos sometemos a una elevada presión de exigencia y autoexigencia que nos lleva a vivir al límite.
Hace poco recibí un chiste por whatsApp (larguísimo, por cierto), en el que se ironizaba sobre la cantidad de horas que requeriríamos para cubrir todas nuestras necesidades. Esto es: mantener nuestro cuerpo y mente en forma, alimentarnos adecuadamente (imprescindible para que se dé la condición anterior) y cultivar nuestras relaciones… Además de trabajar ocho horas y dormir otras ocho. Creo que resultaban 29 horas al día, por lo que se proponía combinar varias de las cotidianas tareas. Algunas, de forma manifiestamente incompatible. Ahí estaba la gracia del chiste.
No obstante, es posible organizarse mejor y llegar al final de la jornada con la satisfacción de haber sacado más partido a nuestro tiempo.
Para ello es imprescindible hacer una planificación, aunque luego haya que modificarla sobre la marcha para incorporar los imprevistos. También es conveniente, al final del día, tomarse unos minutos para detectar lo que se denominan ???ladrones del tiempo??? o quehaceres en los que no deberíamos habernos involucrado.
Según la edad que tengamos y nuestra situación personal, éstos pueden ser de distinto tipo: navegar por Internet sin rumbo definido, interactuar en redes sociales, estar pendiente del móvil en todo momento y contestar a todo lo que nos llega, ver la televisión para ???relajarse???, chismorrear, discutir sin ton ni son, pasar más horas de las necesarias en el trabajo???
Sobre las mujeres apuntaría otro par de cosas: acumular responsabilidades excesivas el ámbito familiar y, derivado de ello, hacer para otras personas trabajos que pueden desempeñar por sí mismas. U ocuparnos de atenciones personales que podemos delegar con total confianza.
De modo que, revisando cada día todo aquello que hemos hecho y de lo que podríamos prescindir, podremos abrir espacios para lo que nos conviene o deseamos y que, o porque nos exige tiempo o porque no nos lo permitimos, tendemos a excluir de nuestras agendas. ¡Ah! y recordemos una cosa: cantidad no es calidad. Tampoco en esto.
Más artículos en mi blog Kiribil Coaching