¿Niños inquietos, niños enfermos?

Me ha causado una gran
desazón la confidencia que
me hizo recientemente la profesora
de un colegio de que cantidad de
niñas y niños del
centro están
???medicados???. Se
refería a que han sido
diagnosticados de déficit de
atención y/o hiperactividad
(lo que se conoce también
como TDAH) y se les administra
pastillas para que estén
tranquilos y atentos. Había
oído hablar de este
disparate pero no pensaba que
alcanzara tal magnitud.

Nuestra charla venía a
colación de un
artículo sobre la persona
que describió el
síndrome, Leon Eisenberg,
quien poco antes de morir
declaró a ???Der
Spiegel, que éste era
«un excelente ejemplo de un
trastorno inventado» y que
«la predisposición
genética para el TDAH
está completamente
sobrevalorada». Sí,
lo han leído bien: eso lo
dijo el descubridor del presunto
mal.

Las preguntas que surgen de
inmediato son: ¿Para
qué se inventan tantos
trastornos? ¿A quién
beneficia medicar a las personas
ante cualquier
indisposición?
¿Qué sentido tiene
la advertencia de Eisenberg?

Por su parte, el sobrino nieto
de Sigmund Freud, el psicoanalista
infantil Joseph Knobel Freud, entrevistado en
un medio estatal, responde
en los siguientes términos
a la pregunta de
???¿Qué
recomienda usted???? (en
estos casos): ???Desde luego,
no hipermedicalizar para tapar o no
hablar del problema. Y
preguntarse: ¿Qué
está fallando?,
¿Qué está
pasando con la educación
que hace que los niños no
presten atención?
¿Qué está
pasando en una sociedad en la
que el padre va al colegio a
amenazar al profesor de quinto
porque le ha puesto un cuatro a su
hijo? ¿Cómo queda
de desprestigiado ese maestro a
los ojos de ese niño? Con
ese padre beligerante que
llamó inepto al profesor…
¿Le podemos pedir al
niño que esté atento
en clase????

Y añade algo
más sobre la familia:
???Hay una relación
con lo que pasa en casa con la
obediencia. Si el niño ve a
padre y una madre que se
respetan, que se quieren, que se
apoyan mutuamente, entonces el
niño obedecerá y
aceptará los
límites???.

Además, se
evitarán funestas secuelas:
???Estamos creando en los
niños una costumbre
peligrosísima. La costumbre
de que, frente a un conflicto, en
lugar de tratar de pensar de donde
viene, y qué
solución tiene, se recurre a
un elemento externo, una
droga???.

Así pues, este
especialista sugiere que los
desafíos a que se enfrenta
una persona, y más
aún si hablamos de sujetos
de corta edad, tienen que ver con
su capacidad de afrontar la vida y
están en íntima
conexión con lo que sucede
a su alrededor.

Y si nuestro equilibrio pasa por
un cambio en la manera de
relacionarnos con las experiencias,
en el caso de los niños y
niñas, dada su mayor
dificultad para distanciarse de sus
emociones, el apoyo que reciben
del entorno es esencial.

Las pastillas no ayudan a
crecer, evolucionar ni enfrentarse a
los retos de la existencia. Si esto
es así en las personas
adultas, cuánto más
lo será en las menores de
edad. Creo que tenemos pendiente
una profunda y seria
reflexión sobre la
educación (en el sentido
amplio de la palabra) que les
estamos brindando.

Mertxe Arratibel es periodista en andra.eus