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¡Que ese corazón vuelva a latir!

Decenas de miles de muertos, cientos de miles de heridos y damnificados, familias destrozadas. Han sido las consecuencias devastadoras del terremoto de Haití, el país más pobre de la América Latina y uno de los más pobres del mundo. Cuando los demás países intentan enviar su ayuda, cuando todo el mundo está pendiente de que llegue la ayuda humanitaria, cuando al ver las imágenes de la tragedia se nos encoge el corazón, el Obispo Munilla nos dice que «existen males mayores que los que estos pobres de Haití están sufriendo estos días. Nos lamentamos mucho de los pobres de Haití pero igual, además de poner toda nuestra solidaridad y nuestros medios económicos, también deberíamos de llorar por nosotros, por nuestra pobre situación espiritual, por nuestra concepción materialista de la vida. Quizás es un mal más grande el que nosotros estamos padeciendo que el que esos inocentes están también sufriendo».

En lugar de una respuesta de identificación con las víctimas, en lugar de compartir su dolor, de manifestar su compasión, el obispo Munilla ha aprovechado la tragedia humana de Haití para hacernos una reflexión que lleva el agua a su molino. Para el obispo nuestra ???pobre situación espiritual??? es un mal mayor que la tragedia del pueblo de Haití. Sus palabras revelan la insensibilidad ante la suerte de cientos de miles de personas que han perdido la vida, están atrapadas entre los escombros, o han quedado físicamente imposibilitadas o psíquicamente destrozadas. Increíble y escandaloso pero cierto, a pesar de su intento de posterior rectificación acusando a los medios de comunicación de ???distorsionar??? sus palabras. Y eso que sus palabras fueron escuchadas en un programa de máxima audiencia por cientos de miles de personas. Estas palabras están ahí, y esta vez no se las lleva el viento.

Pero Munilla no está solo. Es un obispo conservador, integrista, implicado con gran parte del episcopado español a través de la Conferencia Episcopal en la tarea capitaneada por Benedicto XVII de eliminación de la línea aperturista del concilio Vaticano II. Uno de esos obispos que, amparados en la libertad de expresión, acusan de cómplices en el asesinato a los parlamentarios que han votado a favor de la Ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo. Uno de esos obispos que integran ese sector del la Iglesia cada vez más alejado del mensaje del evangelio. Ese sector que, bajo el pretexto de velar por la ortodoxia de la fe y la moral, lo que pretende fríamente es aumentar su poder y sus privilegios.

Sin embargo, en la Iglesia hay algo más. A la Iglesia pertenecían también Vicente Ferrer, Ellacuría y sus compañeros asesinados, y pertenecen un buen número de sacerdotes, religiosos y religiosas, sensibles y solidarios con los pobres y con los más necesitados hasta el extremo de dar su vida por ellos, fieles al espíritu evangélico. Constituyen una denuncia para esa Iglesia oficial, acomodada en sus privilegios y en su poder. No sólo no reciben el apoyo de la jerarquía, sino que son prácticamente ignorados, o reprendidos, o incluso anatematizados. No es el caso de Munilla. El obispo Munilla es un obispo joven, un obispo que promete, un delfín posible de Rouco Varela. Llegará lejos. Será arzobispo, cardenal… Lleva ese camino. Sus declaraciones no constituyen para los suyos un error, ni siquiera un traspiés. Nadie de los suyos le ha recriminado, corregido o advertido. Al parecer va por el ???buen camino???. 

Al referirse a los primeros tiempos del cristianismo, a sus ideas y a su práctica sobre la igualdad y fraternidad humana, a su decisivo papel en la desaparición de la esclavitud, Marx escribía: ???El cristianismo fue el corazón de un mundo que hasta entonces no tenía corazón???. ¡Que ese corazón vuelva a latir!. Amen. Así sea.

 

 

José Ramón Arrizabalaga es ex-profesor de filosofía

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0 Comentarios

  1. Pensemos un poco

    Gracias por tu respuesta, Arri. Muy buena la frase final.

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  2. Arri

    Amigo “Pensemos un poco” : Por si no me conoces, te digo que soy el autor de la columna que ha provocado tu comentario, comentario que agradezco y que me da pie a algunas consideraciones. Escribir de temas de cierto calado o importancia dentro del límite de cuarenta líneas no resulta tarea fácil, aunque uno escriba ???pensando más que un poco???. Aun así quedan muchas cosas por decir y matizar. Pero o dejas de escribir o asumes riesgos, riesgo de parecer simplista, incluso demagogo, y riesgo también de dar la oportunidad de ser interpretado de manera interesadamente simplista. Si relees mi columna comprobarás que no utilizo la división maniquea de buenos y malos. No son palabras ni categorías que acostumbro a utilizar. Comparto, en cambio, contigo las palabras que citas de Víktor Frankl . Efectivamente las dos razas de decentes e indecentes se entremezclan en todas partes, llámense PNV, PSOE, PP…, o llámense Iglesia Evangélica , Islam o Iglesia Católica Si ya entre doce hubo un Judas…
    Estoy también de acuerdo contigo en que no hay que anatematizar a las personas por los grupos a los que pertenecen, pero tampoco justificarlas por el hecho de pertenecer a un grupo determinado.
    Y respondo a tu pregunta final : Estoy convencido de que el obispo Munilla tiene corazón, y tendrá oportunidades de demostrarlo. Pero creo que cuando expresaba su opinión sobre el desastre de Haití, el señor obispo estaba siendo víctima de un paro cardíaco.

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  3. Pensemos un poco

    Me parece que dividir a la Iglesia en buenos y malos es simplista. ¿Quién es bueno, sea dentro o fuera de la Iglesia?. Ni siquiera Jesús se dejó llamar bueno y dijo que bueno sólo es Dios. Por otro lado, como dijo el psiquiatra austriaco Victor Frankl después de encontrar personas buenas entre los guardianes del campo de concentración al que le enviaron, hay dos razas de hombres en el mundo: la raza de los hombres decentes y la raza de los hombres indecentes. Ambas se entremezclan en todas partes. Es injusto anatematizar a las personas por los grupos a los que pertenecen. Y por último: ¿De verdad cree el autor de este artículo que el obispo Munilla es un hombre sin corazón?

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  4. Capone

    Me quedo con la parte de la iglesia que mas conozco y que pienso no cambiara le pongan la Munilla que le pongan. Seguran siendo una y trabajando por los demas. Sin coincidir ni un apice con la linea y el estilo Munilla pienso que tiene razon con una cosa que se explicaba en un articulo de opinion escrito por Amaia hace unos dias en este medio.
    Que le pasa a esta sociedad que no esta dispuesta a renunciar un apice de su manera de vivir en beneficio de los que ni siquiera tienen esperanza. Algo nos pasa.

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