Se nos ha ido Honorio. Honorio Cadarso o C. Labraz, como firmaba en ‘El Correo’, donde dio sus primeros pasos como cronista. Cuando lo conocí, yo acababa de terminar Periodismo y tenía veintipocos años. El, cincuenta y tantos. Una diferencia de edad suficiente como para apreciar su sabiduría y aplomo.
Honorio era todo un fenómeno y había muchas cosas que me gustaban de él. Lo primero, que se partía el lomo para llevar el sustento a su familia. Claro que su mujer, Isabel, tampoco se quedaba atrás -casa y huerta- en la dura tarea de cuidar y educar a tres criaturas, Montse, Rosa y Breogán.
Ejercía de mozo de almacén en un concesionario, oficio que siempre me pareció muy poca cosa para él. Al terminar su jornada, se acercaba a la delegación del periódico en Goienkale a desplegar sus talentos y sacarse un sobresueldo.
No perdía el tiempo. Llegaba, se sentaba y tecleaba en el ordenador sin levantar cabeza, hacía sus propuestas para los días siguientes y se marchaba. En ocasiones, conversaba en la oficina, pero no siempre tenía tiempo. Los fines de semana era él quien informaba de las fiestas y actos de pueblos y barrios de alrededor de Durango. También elaboraba elegantes crónicas deportivas. Nunca decía que no a ningún encargo. Hay que atribuirle al delegado comarcal de entonces, Manu Moreno, el acierto de su fichaje.
A Honorio le encantaba escribir, escuchar, aprender. Recorrer toda la comarca y hacer amistades de toda condición allá por donde pasaba. Era un periodista sagaz y un observador atento.
Yo siempre he sido de tomar muchas notas para elaborar mis informaciones y nos hacía mucha gracia, a la vez que nos admiraba, que él, con cuatro datos en un cuarto de folio, fuera capaz de confeccionar impresionantes crónicas. Tenía madera de escritor y ello se reflejaba en la calidad de sus textos.
Otros dos rasgos suyos que me impresionaban eran su sabiduría –me encantaba escuchar sus opiniones sobre cualquier tema– y su denodada implicación en cualquier lucha por la justicia. También era sindicalista y muy combativo. De izquierda, de CC OO. Del lado de las personas más desfavorecidas, siempre.
Era sindicalista y muy combativo. De izquierda, de CC OO. Del lado de las personas más desfavorecidas, siempre.
De su vida, nos contó que había sido cura, cura obrero, y que se había secularizado. Había estado exiliado en París y a la vuelta emigró de su comunidad de origen, La Rioja, al País Vasco. Vivió, primero, en Arriaundi, en una casa con huerta, después en San Antonio (Amorebieta) y luego en el casco urbano de esta localidad.
El seminario, aparte de una sólida cultura le proporcionó una exquisita formación musical. Nos sorprendió cuando se presentó a tocar el órgano en la boda de nuestra compañera Yolanda Ruiz. ¡Qué realce dio a la ceremonia!
Siguió escribiendo en ‘El Correo’ hasta su jubilación y quizás algo más allá. Luego se prestó a escribir suculentas columnas en ‘Durangon’. Lo hizo desde 2010, cuando se fundó este digital.
También colaboró con la revista religiosa ‘Atrio’, pues nunca perdió la fe. Precisamente, como contó en esa publicación, la confianza en Jesucristo le ayudó a sobrellevar las secuelas de una enfermedad que le dejó postrado en una silla de ruedas y sin apenas poder escribir en los últimos tiempos. Grande hasta el final. Descansa en paz, querido Honorio.
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Honorio todo un personaje. Mis condolencias a su familia y amigos.
Eskerrik asko Mertxe.