Final de curso académico, aún queda trabajo por realizar, ya vendrán las fechas para dar comienzo el paréntesis vacacional. Mientras tanto, prosiguen las reuniones para reflexionar y evaluar planes y objetivos del curso pasado, para que en clave de mejora continua, nos permitan diseñar el que está por llegar.
Dentro de este contexto también ha habido tiempo para el encuentro con otros amigos y compañeros de diversos colegios, a quienes durante dos días, en el Castillo de Javier, nos ha sido presentado el documento “Cinco claves de Espiritualidad Ignaciana”. Quiero compartir algunas reflexiones, algunas actitudes, algo de ese “espíritu”, y muy especialmente el referente a una de las claves expuestas: la de la reconciliación.
La reconciliación refleja, entre otras cosas, que somos seres rotos. No hay comunidad ni colectivo humano que no viva, de una manera u otra, algún tipo de conflicto. Y nuestro pueblo, el País Vasco, Euskadi, Euskal Herria o como queramos llamarle, tiene también el suyo. Somos como otros un pueblo roto. Roto por el terrorismo, por la violencia, por la división, por la tortura, por el sufrimiento.¡Cuántas lagrimas, cuánto dolor hemos visto y vivido¡ Esa es parte de nuestra realidad.
En nuestra tierra, las heridas pueden ser también instrumentos de reconciliación. Las victimas llevarán siempre las heridas de su sufrimiento. Ni pueden ni tienen por qué ocultarse. Sin embargo esas heridas pueden reconciliar y dar vida.
Dos actitudes aparecen como esenciales: el perdón y el diálogo.
Perdonar no es olvidar, ni significa que no haya justicia para los culpables, eso es impunidad. El perdón consiste en superar la toxina que contienen las memorias de la violencia y la opresión, de no dejarse dominar por ella. El perdón nos saca del resentimiento y la amargura del pasado para lanzarnos a afrontar libremente un futuro nuevo.
Por otro lado, el diálogo implica acercamiento, ponerse en el lugar de la otra persona y superar desconfianzas recíprocas. El diálogo en profundidad requiere que cada parte sea consciente de su propia identidad y de “su sentido de pertenencia” en un marco de pluralidad.
Somos algo más que diversas identidades forzadas a coexistir, somos una comunidad llamada a crecer superando la fragmentación y enriqueciéndose con el diálogo político, social y cultural.
Coincido bastante con Isidoro, pero no es lo mismo intentar buscar una solucion para el pais que utilizar la violencia para conseguir el poder. ¿Donde estan ahora les reivindicaciones maximalistas de HB? Despues de tantos muertos y sufrimiento por todas las partes ¿De que ha servido? Ahora estamos obligadas a pasar pagina y ver como HB tenmina pactando con el PSE? Que no se engañen los ilusos de EA y Aralar que estos vampiros cuando les chupen toda la sangre le abandonaran en la cuneta.HB despues de mas de 800 muertos solo pretende gobernar, la ideologia ya no existe.
Dialogo si, reconciliacio tambien. Pero veremos como utilizan sus cartas los violentos y quienes utilizan tambien su posicion de victimas para modificar es status politico.Creo que ha llegado el momento de desenmascarar posiciones y que la sociedad no haga tabla rasa con lo actitud de algunos partidos.