A ras de suelo, ocho troncos de casi un metro de diámetro centinelas del ídolo de Mikeldi en la avenida del mismo nombre, lloraban estos días sus últimas gotas de savia. Todo hace suponer que han sido condenados a muerte por el Ayuntamiento de Durango…
Amorebieta-Etxano peleó hace unos años por rescatar de la pena de muerte los tilos centenarios que vivían y daban vida a los vecinos en el parque de Zelaieta. La construcción de un aparcamiento subterráneo bajo esta plaza los había condenado a muerte, pero la movilización de los vecinos salvó los más próximos a la carretera, y obligó a reducir el espacio del aparcamiento subterráneo.
Otros árboles emblemáticos han ido desapareciendo del entorno de la antigua entrada de la autopista, en Betarragane, para dejar sitio a nuevas urbanizaciones.Y justo el año pasado, un bosque de alisos disperso al borde de la carretera hacia Durango fue severamente descabezado en casi todos sus ejemplares vivos.
La plaza Pinondo de Durango solo es el recuerdo de una especie centenaria ultramarina que le dio su nombre; pero ya solo queda el nombre, Pinondo, ya no hay árbol.
Toneladas y toneladas de troncos duermen años y años al lado de las industrias papeleras esperando a que se mueva el mercado del papel, y otros muchos miles de toneladas esperan en los montes este mismo destino, tras haber despojado los paisajes de arbolado autóctono, de robles y hayas…
Nos quedan como reliquias de un pasado glorioso algunos parques naturales: Gorbea, Urkiola…
Pero el problema resulta especialmente grave en las zonas urbanas, donde los árboles embellecen, neutralizan los gases contaminantes producidos por los motores, sanean el ambiente, protegen la salud de las personas.
La sociedad actual ha dado vida a movimientos de defensa de los animales. Calles y jardines se llenan a todas las horas de caniches y de sus defecaciones, hasta se han inventado partidos políticos en defensa de los animales.
¿Por qué no se crean partidos políticos en defensa de los árboles?
Habrá que preguntar a los que nos gobiernan y a sus asesores medioambientales, a los urbanistas que proyectan las ciudades de hoy y del mañana.
Buen artículo. Los árboles son preciosos. Abraza un árbol. Hay muchos clubs de abrazaarboles (ver internet).
Yo soy uno de ellos y me gusta encontrar los árboles singulares haciendo senderismo. En Cantabria hay una lista de ellos. Las raíces de los árboles del bosque se tocan y abrazar un árbol es abrazarse al bosque entero. Ya el padre de Saramago antes de morir se abrazo a todos sus árboles despidiéndose de ellos. Parece algo raro pero mal no hace, al contrario.Recomiendo probarlo. Árboles como The President en USA son un monumento natural espectacular. Amemos y protejamos los árboles.