Escuchamos, con frecuencia, en cantidad de conversaciones, menciones a distintos tipos de barbaridades. Si nos fijamos, los hechos o las historias se refieren casi siempre a la Edad Antigua. Ya se sabe: Atila, los suevos, vándalos, alanos y demás tropa. O, como mucho, a la Edad Media, y los desmanes de la Santa Inquisición
Como nos creemos muy civilizados, a veces no reparamos en que nuestro mundo de hoy está tan o más sobrado de atrocidades. Y es que todo ayuda a esa amnesia. Por ejemplo, si introducimos el ítem ‘barbaridades’ en ese gran almacén de información que es google, ¿qué aparece? Uhmmm… los exabruptos de Esperanza Aguirre a micrófono abierto, una antología de ‘florilegios’ de Jiménez Losantos… (ya hay colecciones exóticas, ya).
Pero, no. No son este tipo de barbaridades las que nos ocupan. Hablamos de hechos documentados, cuya recopilación exige una búsqueda más aquilatada, pues los mismos medios de comunicación los relatan en espacios poco destacados y de pasada. Hablamos de realidades como las ejecuciones por pena de muerte en el mundo, que el año pasado alcanzó la cifra de 714 víctimas, sin que por primera vez (¡albricias!) se registrara ninguna en Europa. Hablamos de los abusos endémicos a menores por parte de miembros consagrados de la Iglesia, que afloran por doquier. Hablamos de las guerras absurdas y de la situación extrema de pobreza en que vive una gran parte de la población mundial. Y de hechos como el que refleja este titular de ayer mismo en el periódico: “Los agresores de Lantarón no tienen conciencia de haber hecho nada malo” (esos seis salvajes mozalbetes que molieron a palos a cuatro trabajadores senegaleses después de que el cabecilla de la banda les responsabilizara de su “despido por comportamiento xenófobo”)…
Y, como guinda del pastel, la tragedia que está viviendo la iraní Sakineh Astiani por el ‘delito’ de haber mantenido relaciones con un hombre años después de la muerte de su marido. La amplia campaña internacional de apoyo que su caso ha suscitado ha evitado que sea lapidada, pero aún puede ser ejecutada por otros medios, alertan los activistas de los derechos humanos. ¿Dónde queda la Declaración Universal de París de 1948? ¡Qué poco hemos avanzado en según qué terrenos!
Todavía estamos a tiempo de interceder por esta inocente. Sabemos que evitar una tropelía no impedirá que se sigan cometiendo a miles diariamente, pero tal vez salvar esta vida no cueste más que enviar un correo electrónico (http://freesakineh.org/). Un minuto de nuestro tiempo.
Un minuto bien invertido. Zorionak.
se agradece que alguien se acuerde de las barbaridades que día sí, día también, seguimos cometiendo desde esta autodenominada civilización. Lo de Sakineh es un ejemplo desgarrador, pero evidente