Hoy es el primer día del resto de nuestra vida y lo mismo da que sea 1 de enero que 8 de marzo. Ambas fechas son apropiadas para llevarte a casa una bicicleta. Dicen que son para el verano, pero he podido ver a más de un loco bajito ilusionado con su regalo circulando por la acera junto a sus padres. Ayer mismo, con 3 grados de temperatura.
Me surgen mis dudas sobre si será rentable invertir en un hijo -la polémica con el artículo de Mertxe se las trae- pero pienso que hay que aprovechar dicha inversión dotándola de instrumentos prácticos y a la vez saludables. Ya me criticaréis a mí también si únicamente afirmo en estas líneas que ellos no son de nuestra propiedad y nos guste o no -???no me ralles??? o ???no me rayes???- al final harán lo que ellos decidan que van a hacer. Nuestra misión como padres, amigos, educadores, es escucharles, ayudarles, orientarles. No vienen con libro de instrucciones, así que no nos empeñemos en hacerlos funcionar como una lavadora. No nos obcequemos en que obren como nosotros pensamos que deben hacerlo. No son clones nuestros. Tienen su propia personalidad que debe madurar poco a poco.
-¡Un loco de la bici!- diréis, pero hace tan sólo 50 años, el primer día del resto de muchas de las vidas de gente de mi edad, fue aquél en el que -¡por fin!- nuestros padres pudieron regalarnos el velocípedo -???la vélo???- le siguen llamando en el país vecino. Ahora el sueño de cualquier chic@ debe ser tener un i-phone aunque con ello no se den cuenta de quién se sienta junto a ellos en el autobús de línea.
La bici socializa. Lo pude comprobar en la última semana de la movilidad. Dispusimos de una actividad que consistía en fijar varias ???estaciones??? para agrupar niños y desde allí dirigirnos a los diferentes colegios de Durango. Se conocieron chavales de barrios y zonas diferentes y también de centros escolares distintos. Y se divirtieron con la experiencia. Querían repetir a diario, porque además de lo que suponía ???escapar??? del control de sus padres, Asier había conocido a Argiñe y Paule se encontró con su prima Begoña.
Por cierto, me he sentido extraño por el pueblo durante estos últimos 15-20 días. Faltaban ellos, y sus padres acompañándoles al colegio, a la entrada, en la salida, por las calles. Las muchas luces navideñas que iluminan los rincones no son nada comparables a la animación que producen estos seres tan imprevisibles que en ocasiones nos desbordan. Y recuerdo el cuento del ???flautista de Hamelín??? -¡pobres ratones!- dejaron de molestar a los vecinos que resultaron ser unos desagradecidos.