Simón Bolívar es a
América del Sur lo que Jorge Washington
a América del Norte. A día de
hoy, al margen del significado
anecdótico y pasajero que su nombre
supone para Venezuela, la república
bolivariana que ha sustituído a Cuba en
las críticas de todo el universo neoliberal
dominado por el FMI y Wall Street,
Bolívar es el símbolo y
estandarte de una América del Sur y el
Caribe como bloque económico que
pretende situarse en un plano de igualdad con el
mundo árabe, Rusia, China y todos los
grandes espacios económico
políticos del planeta.
Simón Bolívar inspiró
seguramente a los sudamericanos ese
sentimiento de respeto y de distanciamiento
simultáneo con respecto a España
o Portugal, potencias que los colonizaron, con
todo lo positivo y negativo que conlleva la
palabra “colonizar”.
Posiblemente, a los sudamericanos no les
habrá sentado bien que dos
expresidentes de España, Aznar y Felipe
González, hayan reclamado para
Venezuela unas elecciones libres y otros
detalles.
Diez millones de firmas recogidas en toda
Sudamérica y el Caribe han proclamado
el respeto y consideración a Venezuela y
su política actual. Y los 23 estados
sudamericanos que se han reunido en
Panamá estos días en la cumbre
del Celac han reclamado a Estados Unidos que
ponga fin a su política de
agresión y amenazas a Venezuela.
De este punto, de las posibles ingerencias
de Estados Unidos en Sudamérica que
han dado lugar en el pasado a episodios como el
Chile de Pinochet o la Argentina de Videla, etc.
los expresidentes Aznar y Felipe
González no han dicho ni una palabra.
Quizá hemos asistido estos
días a una repetición de aquel
incidente entre patético y
despótico del exrey Juan Carlos que
espetó a Chaves aquella frase
histórica: “¿Por qué no te
callas?”.
Nobleza obliga, dice el refrán. El
vasco Simón Bolívar, el
Héroe de la Independencia y
profeta de los todavía lejanos Estados
Unidos de Sudamérica y el Caribe se ha
hecho acreedor al respeto y admiración
de todos los que aquí en la
península y allí en el
subcontinente mantienen vivo aquel
sueño suyo.
Algo así hizo el mismísimo
Manuel Fraga Iribarne apoyando a Cuba por
encima de las presiones y el embargo
estadounidense. Pero nuestros políticos
de hoy no miran a América con los ojos
del gallego fundador del PP, y al parecer
prefieren congraciarse con los Estados Unidos
de América del Norte.., aún a
riesgo de ganarse la antipatía de todos
los americanos de habla castellana.