Buena idea para los amantes de la lectura

Me
confieso
amante de la lectura.

Soy de esas personas que si encuentran un buen
libro trasnocha
leyendo en la cama sin importarle el mañana. De esos
seres
extraños que apaga la televisión y se acuesta con la
intención de leer, sin importarle que se le duerman las
manos
por sostener el libro, que cambia de postura una y mil
veces
negándose a concluir la lectura diciéndose “solo un
capítulo más”.

Sin embargo, tengo que decir que he sido incapaz
de leer la gran
mayoría de los denominados clásicos o de lectura
obligatoria, no por falta de tiempo (que también) sino
porque
me aburren. El libro que más veces he intentado leer ha
sido
Don Quijote de la Mancha, pero nunca he llegado a la
segunda
página. También soy incapaz de leer obras de los
llamados intelectuales como Hemingway o Gabriel García
Márquez, será que no soy intelectual. Además,
me son fatigosos los libros de premios Nobel y de
galardones
rimbombantes, y la poesía es superior a mis fuerzas, es
mi
mejor somnífero.

Cuando cojo un libro busco que me entretenga, que
me
introduzca en la historia de principio a fin (suelo darles
una tregua de
50 páginas, hay algunos que no llegan ni a ese límite).
No soy de los que se obliga a leer el libro a
regañadientes,
siempre habrá un libro que me guste y con el que
disfrute de
la lectura, ¿por qué torturarme teniendo la libertad de
elegir? 

Para más inri, soy de esas personas insoportables
que se
quejan a cada minuto viendo una película adaptada de
un
libro por cada patada que le dan. De esta forma consigo
que la
persona que está junto a mi solo quiera taparme la
boca y ver
el largometraje en silencio. Mi última decepción fue la
de “El Médico”.

#Película “El
médico”: como largometraje es entretenida, pero como
adaptación al #libro es igual que un
huevo y una
castaña.

??? Javier Ferdo (@javier_ferdo) febrero 11, 2014

Dicho esto, como amante de la lectura que soy, me
encanta la
idea que tuvo alguna persona del Ayuntamiento de
Abadiño de
poner una mesa en cada biblioteca, una en Errota y otra
en la
Mediateka, para intercambio de libros. Cierto es que
hay gente que
deja el manual de la instrucciones de la tostadora y se
lleva un libro,
pero bueno, eso son cosas que no se pueden controlar.

Fotógrafo, casi periodista y monologuista.