El cambio es algo que se desarrolla de
forma permanente y en todas partes, aunque
no percibamos su dinamismo. Sucede como
con los movimientos de rotación y traslación
de la Tierra: no lo parece pero están
ocurriendo de forma continua. Otro ejemplo de
cómo nuestras percepciones distan de ser
reales.
Y como todo cambia, a lo malo le sucede
indefectiblemente lo bueno y al revés. Sin
embargo, vivimos pensando que nuestros
problemas duraran eternamente, en contra de
lo que sostiene también la sabiduría popular
(???No hay mal que mil años dure???). O, por el
contrario, damos por supuesto que el
bienestar, sobre todo si es duradero, nunca
tendrá fin. De modo que nos sorprendemos
ante las desgracias y la desdicha nos hace
perder fácilmente la esperanza.
Sin embargo, como dice el teórico de la
comunicación Paul Watzlawick, ???persistencia y
cambio han de ser considerados
conjuntamente, a pesar de su naturaleza
aparentemente opuesta???. Es decir, son caras
de una misma moneda: mientras las cosas
cambian, algunos de sus elementos se siguen
manteniendo y lo que parece estable está en
evolución constante.
Partiendo de esta idea se entiende
perfectamente la aseveración del físico danés
y premio Nobel Niels Bohr de que hay dos
clases de verdad, la superficial y la profunda:
???En la superficial, lo opuesto es falso. En la
profunda, lo opuesto también es verdadero???,
asegura.
Después de un periodo de abstinencia
autoprescrito para limpiar la mente, leo los
periódicos (digitales). Echo un vistazo de reojo
a la realidad (virtual) que nos venden y me
parece casi insoportable. Tanto que puedo
reproducir ni uno de ellos porque estaría
obligada a leerlos otra vez mientras lo hago.
No obstante, me tranquilizo cuando
consigo apreciar que junto al ???más de lo
mismo??? se está gestando el cambio. Es esto y
no las relativamente optimistas previsiones del
FMI sobre la posible evolución de la economía
española lo que me impulsa en esta cuesta de
enero. ¡Feliz Año Nuevo!
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