Crisis, ¿Qué crisis?

Escrutados los resultados de las elecciones griegas y tras el triunfo de los conservadores parece que la gente respiraba tranquila. Y yo me pregunto: ¿Dónde está la diferencia? ¿Quizás en que parece que se aplaza un eventual cataclismo? Tal vez. Pero la amenaza sigue estando ahí.

???Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio???, parece cantarle la población europea al euro. Pero a la hora de la verdad, como acabamos de ver en el país heleno, la gente elige quedarse donde está. Sabe que es imposible volver a la prosperidad pasada y teme avanzar hacia el futuro. Y es que en el fondo reconoce que el movimiento de la historia no se detiene y que caminamos por campos minados.

Avanzamos a ciegas porque ninguno de los poderosos que dirigen nuestros destinos ha ofrecido de momento una respuesta coherente a las causas de esta crisis ni, por supuesto, a sus soluciones. Todo lo que se ha dicho sobre el despilfarro, la irresponsabilidad de quienes han contratado hipotecas o la picaresca de la población en los países del Sur es cierto sólo en parte, pero actúa como eficaz cortina de humo.Lo que es yo, sólo escucho argumentos coherentes desde el pensamiento de izquierdas (nada que ver con los partidos políticos, donde la inteligencia parece haberse ido de vacaciones perpetuas).

Veamos lo que acaba de decir en una reciente conferencia el maestro de historiadores Josep Fontana, con miles de horas de investigación lectura y vida (80 años) sobre sus espaldas: ???Entre 1973 y 2011 la productividad mundial ha aumentado un 84,4%, mientras que la retribución de la hora lo ha hecho un 10,7%; es lo que Paul Krugman llama ???la gran divergencia???.

Sobre los problemas que arrastra el sector financiero, este investigador sostiene que se deben a que en los últimos cuatro años los bancos se han dedicado a ???absorber deuda privada fruto de especulaciones puras??? y remacha que ???el déficit es sólo una excusa para desmontar el Estado de bienestar???.

Es decir, interpreto yo, que la crisis no es tal crisis y que se la han inventado los grandes capitales para seguir ganando dinero a costa de quienes aún conservan su trabajo e incluso de quienes lo han perdido, a través de subidas de tasas e impuestos, y recortes de servicios y salarios.

Abundantes ejemplos confirman esta hipótesis. Cualquiera conoce casos de empresas que en cuanto han dejado de embolsarse los multimillonarios beneficios a los que estaban acostumbradas se han empezado a comportar como si estuvieran en pérdidas para poder seguir garantizando dividendos a los accionistas. Ello a costa del sudor de los trabajadores, arriesgando la paz social y pasándose por el arco de triunfo los acuerdos previos.

Pues ahora multipliquemos por infinito esta dinámica, añadámosle el subsiguiente miedo de los trabajadores al despido (amenaza latente en todas las empresas), más el ahorro ???por si las moscas??? y tendremos la gran recesión que estamos viviendo.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia