Cultu, “cien años y… soledad”

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía …”. Así inicio García Márquez hace más de 50 años su novela cumbre, ‘Cien Años de soledad’. La novela de Gabo ha sido editada más de 100 veces demostrando lo viva que se mantiene.

Conseguir que una organización de cualquier índole dure con solvencia cien años y, más aún, una organización sin ánimo de lucro, es algo solo alcanzable juntando un importante sentimiento de arraigo con un trabajo incansable de gente de distintas generaciones continuando unas líneas de trabajo estables.

La mayor demostración de este sentimiento de arraigo es ver sábado a sábado en Tabira a un jugador que es ya tercera generación en la plantilla.

Un centenario es una fiesta, una celebración, un éxito del que debíamos sentirnos orgullosos todos los durangueses y duranguesas. Deberíamos entender que nuestra Cultu es uno de nuestros embajadores más longevos, nombres como Oceja, Cedrún, Garita, Arieta, Arteaga, Carlos García, Koldo Sarasua o Mendilibar, entre otros tantos, pasaron por nuestra Cultu y han puesto a Durango en boca de miles de personas durante estos cien años de historia.

Los que seguimos el día a día de nuestra Cultu sabemos que es una gran escuela de formación en valores, donde nuestros jóvenes practican y asimilan modos de actuación como el compañerismo, el esfuerzo, la amistad y la confianza en el grupo.

Con todo, su futuro pasa por mantener la apuesta por nuestros jóvenes, por un control del gasto del que se hace gala y, pese a no ser en muchas ocasiones bien tratada, será una organización que celebrará muchos aniversarios más.

Creo, modestamente, que un centenario bien vale, cuanto menos, ser Txupineros de tus fiestas, una recepción institucional y ¡por qué no!, hasta algún gesto que perdurara en el tiempo. Por mi parte haré mío un lema muy futbolístico: “Cultu nunca caminarás sola”

Posdata: Al revés que a otros, mi Cultu, a la que aparte de nombres de futbolistas podría poner cientos de nombres de aficionados y directivos como Emilio Esturo que es ejemplo de dedicación altruista durante décadas, no acabará nunca como el Macondo de los Buendía de García Márquez. Ni arrasada por el viento ni borrada de la memoria humana por el odio ciego de una estirpe condenada a la soledad y a no tener una segunda oportunidad.

Fernando Castillo es concejal del PSE-EE en el Ayuntamiento de Durango.