Don Pantuflo, Anacleto y otros personajes

Comparar a Homer Simpson con Patxi Lopez podría ser uno de los mejores ejemplos de la nueva ???política pop??? que practica con eficacia el Partido Popular vasco. Un par de palabras para construir una comparación, un recurso poético instantáneo, sencillo, contemporáneo y ultra efectivo. A Homer Simpson se le asocian cientos de epítetos, casi todos negativos, que podrían casar impecablemente (según quien hizo la comparación) con la imagen del lehendakari: vago, iletrado, irresponsable, insensato, inocente, inestable, soez, insano, desmotivado???

Basagoiti dio en el clavo. A partir de que cualquier ciudadano vasco de cualquier ideología se hiciera esa imagen mental, el hecho de pedir perdón, mostrar arrepentimiento, matizar sus declaraciones o cualquier tipo de rectificación iba a ser en vano. ???Homer Simpson??? y ???Patxi Lopez??? compartirían eternamente pasado y futuro con más de 25.000 entradas en Google. Pura política pop ideada, seguro, por algún asesor de comunicación del PP. No me sirve que quienes están a su alrededor digan después que Antonio es así. Seguro que es algo más elaborado.

La política pop de Basagoiti, y en este caso su comparación de tebeo entre ambos personajes, sirve además, para que los ciudadanos no nos fijemos en las propias carencias del líder popular (al margen de sus postulados ideológicos conservadores). Fíjense en la siguiente ocasión que Basagoiti centre los focos, porque verán que aunque acierta en su discurso, desatina francamente en su oratoria: se trastabilla en sus frases; avanza a trompicones por su guión; demuestra nerviosismo y algo de precipitación; peca de infantilismo en sus gestos, de niño pijo, enfadado y consentido; y utiliza mal sus labios, fuerza la sonrisa.

Sin embargo, Basagoiti se libra de que otro político que se enfrente retóricamente a él atine en otra comparación para dibujar su perfil. No es tan complicado: hace falta algo de imaginación, precisión, mesura y atrevimiento. Y nadie niega que Basagoiti inspire a cualquiera.

Por ejemplo, podríamos decir que el popular Antonio es más repipi que Manolito gafotas, que con sus gafas o sin ellas ha perdido el norte, su querido País Vasco; que Urkullu es tan pretencioso y cargante como Raguncio Feldespato, más popularmente conocido como Don Pantuflo Zapatilla, que de tan correcto aburrirá hasta a sus feligreses; que Rafa Larreina es una copia de Rompetechos, que las mata callando; y podríamos decir que Azkuna es como Espinete, o que rebuscando entre la terna política sacaremos algún Anacleto Agente Secreto o un Chavo del 8.

O sea, que eso también es acercar la cultura política a la cultura popular. Es mucho más sencillo, divertido y eficaz transmitir una idea comparando a Otegi y Rufi Etxebarria con Mortadelo y Filemón en su nueva misión en búsqueda de la independencia que hablarle al público de las aspiraciones autodeterministas de ambos, amparándose en lo recogido en la Declaración Universal de los de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

Julen Orbegozo kazetaria da