La resaca de las “medidas anticrisis” parece interminable. Se sucede diariamente una concatenación de variopintas noticias, alguna de las cuales se contradice manifiestamente con lo revelado por la misma fuente apenas dos días antes. ¡En fin! que parecemos condenados a seguir este “culebrón” hasta que, en última instancia, conozcamos exactamente en qué consistirán dichas medidas y cómo se implantarán, en concreto, en cada uno de los territorios del Estado de modo que otras cuestiones de indudable calado, político y social caen, a pesar de los pesares, en un segundo plano.
Claro que, entre anuncios de movilizaciones de pensionistas, sindicatos y funcionarios que auguran un riesgo real de huelga general, por un lado, y jugosos comentarios de dirigentes políticos aderezados con alguna que otra salida de tono, por otro, contamos con recursos sobrados para verter ríos de tinta al respecto. Y eso, aunque uno se autoimponga el firme propósito de no hacerlo porque le parece interesantísima la apertura de un centro cívico como la bilbaína Alhóndiga (por cierto, ¡qué pasada!), se produzcan importantes detenciones de presuntos relevantes miembros de ETA -dejando claro, de paso, que no hay abierta vía de negociación con la organización- interpretadas desde el entorno de la izquierda abertzale “oficial” como un obstáculo para el inicio del definitivo proceso de paz o los apuntes del siempre interesante Brian Currin al respecto.
Pero, como decíamos, la rabiosa actualidad obliga. Y obligados estaremos todos a capear el temporal de la crisis. Veamos, de entrada, en un par de meses, se van a subir los impuestos. El IVA se incrementará en uno o un par de puntos según se trate del tipo reducido o el general, lo que significa que todos los ciudadanos, con independencia de nuestros ingresos, nos veremos afectados por ello, así que no nos vengan, ahora con debates sobre que no se van a subir los impuestos a las clases medias, sino sólo “a los que más tienen”.
Parece, no obstante, que pese a las gubernamentales controversias, y dudas que hacen que en un plazo de 24 horas se cambie de opinión (léase comentarios de la Sra. Vicepresidenta y el ministro Sr. Corbacho negando la vuelta a la circulación del Impuesto sobre el Patrimonio de hace un par de días, que chocan con su real implantación apenas dos días después), se subirán los impuestos directos en el conjunto del estado.
Aunque, si atendemos a las recientes declaraciones de nuestros responsables forales, y dado que las diputaciones vascas aseguran presentar unos balances de ingresos y gastos menos deficitarios, seremos afortunados, y no necesitamos vernos afectados por una adicional subida de impuestos.
Y llegado a este punto podemos darnos cuenta de la importancia que adquiere el gozar de cotas de autogobierno que permitan una más eficiente gestión económica de lo público y , además, adecuar la naturaleza y la proporción de las medidas de ajuste económico a la realidad de Euskadi. De este modo, no tendremos que pasar por las decisiones adoptadas desde Madrid como cuidados paliativos hacia una economía en estado crítico, como lo es la española, que no se acomodan ni ajustan a las necesidades de una economía que presenta un estado algo más saludable como lo es la vasca. Realmente importante ¿no?
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