El saldo
Suena el teléfono a primera hora de la mañana:
-¿Es Vd. Fulanito de Tal?
-El mismo, ¿quién llama por favor?
-Mire, le llamamos de YourBank (bueno, que yo soy un “mandao”, ¿eh?) para comunicarle que desde el pasado día 5 tiene usted su cuenta con un descubierto de 7,07 €uros, y que debe Vd. regularizarla en los próximos cinco días naturales para que no le carguemos intereses.
-Gracias por avisarme-contesto.
He tenido algún fallo de previsión y empiezo la cuesta de enero con el paso cambiado.
Quince días sin coger el Bizkaibus para ir a Bilbao y feliz con mi BariK, la chequeo a la entrada del autocar: me quedan 0,25 euros. A la vuelta me toca un viajecito a la caseta, o mejor a la librería porque tengo que recargar mi teléfono móvil, también bajo mínimos y de paso me compraré unas pilas para el transistor. Dormirme por la noche escuchando la radio tiene su precio.
Una de las intervenciones más inteligentes que escuché hace unas semanas en mis tardes con Claudio, fue la llamada de un señor a cuenta de los rateros que pululan sobre todo por las capitales del País Vasco. Su intervención hizo sonreir a más de un tertuliano vespertino y estoy seguro de que a muchos televidentes:
-Pues mira Claudio, ¿qué quieres que te diga? Los mayores rateros que conozco son los bancos porque cada vez que vas a hacer cualquier gestión u operación, que si 2,50 euros de comisión, que si 1,50 euros por gastos de gestión, etc. O sea que cada vez que les visitamos nos sablean pequeñas cantidades por cualquier chorrada.
Con diez euros trimestrales por gastos de mantenimiento de cuenta dentro de dos años me llamarán del MyBank para decirme que les debo dinero. He sido demasiado generoso hasta ahora y comprendo que con esos pequeños hurtos periódicos han estado pagando la nómina de quien me atiende (una “mandada”) con una sonrisa, para cancelar mi libreta. -Lo siento por ti, maja, pero hasta aquí ha llegado mi esplendidez-pienso.
Todos se han vuelto locos por cobrar las cuotas anuales la primera semana del mes. ¡Qué poco comprensivos! Así que, el recibo del seguro dental, la mutua, la cuota de socio del club, la inscripción al periódico local… Por si fuera poco, en los próximos días tengo que renovar mi licencia deportiva, dos cumpleaños y una cena de trabajo.
Me encuentro con Sonsoles y me comenta que puedo pasar cuando quiera por la tienda a recoger la cajetilla de ampollas de rábano negro y alcachofa. Son para purificar el hígado. Un producto ecológico muy apropiado como tratamiento a los excesos alimenticios de las navidades.
Una vez me han limpiado los bolsillos, es la asignatura que me queda pendiente, preguntándome por qué no será enero el mes de los 28 días. ¡Cagüen!