Feminismo sin fronteras

Pasaron los tiempos en que las mujeres de los obreros estaban marginadas de las luchas por la dignidad de la mujer, y el programa de reivindicaciones feministas era monopolizado por aristócratas como la Duquesa de Kent, Clara Campoamor, algunas diputadas del Parlamento, etc.

Este año se han publicado dos obras sobre el concepto del feminismo de la Pasionaria, una obrera de un minero de las Encartaciones educada en una familia católica, cargada de hijos que se le fueron muriendo de niños y afiliada muy tempranamente al Partido Comunista, del que llegó a ser Secretaria General y más tarde ocupó altos cargos en el comunismo internacional.

Dolores Ibárruri se sentía también feminista, pero las mujeres oprimidas que ella tenía en cuenta eran esposas de trabajadores, proletarias, revolucionarias…

Tal vez las cosas han cambiado hoy, tal vez no. Hoy, la mayoría de las mujeres “superoprimidas” huyen de los países del Tercer Mundo cargadas de niños; ellas forman el grueso de las mujeres aplastadas por nuestra sociedad actual. Ellas no se manifiestan, no protestan, no tienen voz ni voto, oficialmente no existen, apenas si consiguen un certificado de empadronamiento.

Las grandes ideas, las grandes manifestaciones son protagonizadas y monopolizadas por mujeres con estudios. Las mujeres de origen africano se juntan entre ellas en grupos pequeños o en sus propias casas, apenas se comunican con las mujeres nativas.

Hoy, la Pasionaria, si estuviese en vida hablaría más de ellas que de las esposas de trabajadores proletarios.

Esta barrera entre extranjeras emigrantes y nativas frena el avance de la mujer en el conjunto de la sociedad desarrollada. ¿Puede avanzar el feminismo con todos sus derechos en una situación como ésta?

Honorio Cadarso es periodista