Guipuzcoanos de Primera

El pasado mes de junio aludía en mi columna al inminente ascenso de la Real a Primera División. Afirmaba que iba a rememorar viejos tiempos y brindar por el triunfo del equipo txuri urdin. Evocaba aquellas épocas de auténtica hermandad, de sana convivencia. En cualquier restaurante coincidían ambas aficiones en los derbis, y donde alguien lanzaba su grito de ???Athletic???, venía la inmediata respuesta ???Real???, hasta generar un duelo de cánticos que terminaba instantes después y donde se barruntaban ya nuevas y agradables pujas.

Un buen amigo mío, que leyó en su día esas líneas, me llamó para decirme que yo estaba equivocado. ???Ciencia ficción???, me dijo. Y seguramente es así. Remataba el comentario apuntando que ???la situación es desagradablemente mala y difícilmente reconducible???. Hoy en día, argumentaba, las relaciones entre ciudadanos de ambas provincias, Bizkaia y Gipuzkoa, son mayoritariamente malas en general.

Me expuso ejemplos, algunos de los cuales verdaderamente me llamaron la atención. Incluso ciertos actos de violencia entre estas aficiones en el Tour de Francia, motivo por el que no acudía este año con su hijo a los Pirineos.

Yo había ido hace ya muchos años en una ocasión con él a Atotxa (también al Tour, en varias). El Athletic ganó en aquella Nochevieja de 1983, 0-1, merced a un gol del exquisito Argote, jugador nacido en Zarauz, como el legendario Iribar.

Mi compañero de rutas deportivas tiene ahora a un hijo jugando en el Athletic. Ha sentido como el que más simpatía e incluso amor por ese gran equipo txuri urdin de los años 80. Ha animado a ciclistas vascos, bien fueran de una u otra provincia. Pero ahora ya no. El es del Athletic y no siente ninguna simpatía por el equipo guipuzcoano. Ha habido una evolución, desde luego a peor. Al grito de ???Athletic??? o ???Real???, afirma, no vas a encontrar más voz que un ???cállate gilipollas???. Y sí que parece que la cosa pinta así.

El pasado sábado el Amorebieta acudía a Zarauz a jugar su encuentro de Liga. De veinte partidos, los azules iban a salir perdiendo absolutamente todos, siempre que se dieran los condicionantes de ese día. La honestidad de los guipuzcoanos en, al menos esa ocasión, dejó mucho que desear. Se respiraba ese odio que ya apuntara mi compañero. Eso es casi lo de menos. Los de la costa vencieron con el sobreesfuerzo de unos jugadores sobremotivados, un público entregado a la causa, y un trío arbitral (guipuzcoano) que concedió licencia para hacer y deshacer, dar y tomar. 

Yo no aprecié demasiada diferencia con un encuentro que los azules afrontaron en Málaga, allá por mayo. Allí también flotaba una atmósfera de rivalidad, de muchas ???ganas??? hacia el enemigo vasco. Aquí cerquita, exactamente igual. Eso sí, los dos equipos euskaldunes. Yo particularmente quiero distanciarme, y mucho, de esa forma se ser, de obrar y pensar que mostraron los zarauztarras, bien protegidos por unos colegiados que con la poquísima vergüenza mostrada, adulteran una competición que pensaba tenía un carácter más serio.

Joseba Barrenetxea es periodista y expresidente de la Sociedad Deportiva Amorebieta