Cada día, como en aquella película ‘Atrapado en el tiempo’ nos levantamos, con las mismas noticias, las mismas discusiones, los mismos temas a debate y los mismos discursos, hechos todos ellos desde el mismo punto de vista.
Se echa de menos voces disonantes con el discurso “oficial” que nos lleven a plantearnos otros puntos de vista, otras alternativas. Porque “haciendo lo mismo de siempre, sólo podemos conseguir lo mismo de siempre”.
Parece que sólo se pudiera hablar de determinados asuntos y desde determinado punto de vista, cualquier otro es sofocado como si de una herejía se tratara.
Por ejemplo, se habla del paro y de la “lacra que supone para nuestra sociedad” de la necesidad de crear empleo pero no se habla de la ausencia de proyecto para crear ese empleo, de la ausencia de un modelo productivo viable, tanto desde el punto de vista económico, social como ecológico.
Hablamos de la factura la luz, pero no del modelo energético que tenemos, de las alternativas viables sostenibles y sustentables, de cómo implantarlas. Hablamos del petróleo y de su escasez pero no de porqué no se apuesta por otro tipo de motores o combustibles. De por qué se retiran los fondos a la investigación de formas alternativas de energía.
Hablamos de las personas que tienen cuentas en paraísos fiscales pero no de las verdaderas razones de porqué se permite o conviene que existan, de cuál es el origen real de ese dinero escondido.
Hablamos de las guerras y de sus atrocidades pero no de todas, sólo de aquellas en las que hay un interés geo-político (es decir, económico) Como tampoco del porqué se mantienen, ni de los traficantes de armas, ni del negocio detrás de ellas.
Hablamos de lxs refugiadxs Sirixs pero no de los otros millones de personas migrantes, desplazadas, movilizadas, etc. del resto del mundo, que huyen de otras guerras, de otras masacres, que huyen del hambre y de la miseria.
Hablamos del tratamiento para las enfermedades pero no del gran negocio de las grandes y poderosas compañías farmacéuticas. Tampoco hablamos de cómo prevenir las enfermedades que padecemos en los países llamados desarrollados o cómo empoderarnos para ser responsables de nuestra salud.
Hablamos sobre los recortes, pero no de sus consecuencias reales, ni de los motivos que hay para centrar el recorte del gasto en las áreas sociales (educación, sanidad, protección social). No hablamos del aumento de la tasa de suicidio en estos años de crisis, ni de las muertes por una atención sanitaria deficiente.
Hablamos del tratamiento para las enfermedades pero no del gran negocio de las grandes y poderosas compañías farmacéuticas
Hablamos del cambio climático pero no de la falta de voluntad y valentía de lxs dirigentxs para dar un giro a las políticas económicas y de consumo que nos llevarán al desastre, incomodando así a esa élite que maneja entre las sombras.
Hablamos poco de la violenta sociedad que somos, de lo normalizado que aún tenemos las actitudes violentas y el maltrato. Un poco, como digo, hablamos de la violencia de género, sexista, machista, de cómo castigarla, pero no nos atrevemos a mirar a toda la violencia, la que ejercemos hacía la infancia a través del castigo y de las faltas de respeto, de cómo ejercemos el poder autoritario hacía los niños, niñas y adolescentes.
Apenas hablamos de la violencia que se manifiesta entre iguales en la infancia y adolescencia. Y prácticamente no decimos nada de la violencia verbal, emocional, psicológica. Hablamos de proteger a la víctima y de castigar al agresor (un poco) pero nada acerca de la responsabilidad del espectador, ni tampoco de las medidas para evitar y prevenir que vuelva a suceder.
Hablamos de la igualdad, pero nos quedamos en el dato de la diferencia salarial y poco más, no nos planteamos de dónde vienen esos límites en el acceso al trabajo anclados en la diferencia de género. Tampoco de los estereotipo, injustos, que aún mantenemos y que transmitimos como sociedad a través de la educación: “las mujeres son cuidadoras”, “los hombres no lloran” y un largo etcétera. Ni de las diferentes implicaciones en la familia y el cuidado de ésta (descendientes y ascendientes) o la diferente forma de tratar la imagen del hombre y la mujer en los medios o en la publicidad, por poner algunos ejemplos.
Y hay muchas otras cuestiones que ni siquiera se plantean, bien sea porque son conversaciones incómodas algunas, bien sea porque no queremos saber, porque quizá el saber nos haga plantearnos que debemos salir de nuestro espacio de comodidad.
Como en la película, dejemos de repetir “el día de la marmota” y démonos cuenta que para conseguir algo distinto tenemos que arriesgarnos a hacer de modo diferente. Para ello hemos de poner el cerebro en marcha y cuestionar el discurso que impera.
Recuperemos la actitud crítica, que nos lleva a cuestionar lo establecido como forma para crear una sociedad más justa, equitativa y responsable.
El empleo se genera desde el sector privado, no desde una Concejalía en un ayuntamiento (más cuando no hay una Concejalía de fomento de la actividad económica en Durango).
Invitó a todo indignado que piense que desde la política puede contribuir a generar empleo a que emprenda una actividad económica en la que contrate personal y, de ese modo, genere empleo de forma directa.
Bla, bla,bla , mucho hablar y poco hacer , porque todos los políticos sois iguales ? Mucho lerele y poco lirili …. El poder corrompe y cuando estaís en él os convertís en osos hambrientos .
Hablamos demasiado, Podemos menos y HACEMOS muy poco o nada.
Gracias por este análisis. Me ha gustado