Hechos, no palabras

El día 26 volvemos a las urnas. Unas elecciones que en Durango se están presentando como los comicios del cambio. Casi todas las formaciones han renovado sus candidatos. Sin embargo, esto no es sinónimo de cambio. No es más que un aspecto superficial. Detrás de esas caras, están los mismos partidos, con sus dirigentes y sus estructuras organizativas.

Estamos en plena campaña electoral. Son días de escuchar promesas. Los electores desconfiamos. Somos conscientes de que, casi siempre, muchas de esas promesas se quedan en agua de borrajas. “Palabras, palabras, palabras”, como diría Hamlet. Por eso, en lugar de fijarnos únicamente en las propuestas electorales, propongo que hagamos un repaso de la legislatura. Los conoceremos no por sus palabras, sino por sus acciones.

Es tiempo de recordar la nula comprensión que durante estos cuatro años han mostrado hacia los durangarras la jeltzale Irigoras y su colega socialista. Nos hemos indignado viéndolas ladrar contra las asociaciones vecinales. Grupos de vecinos que lo único que pretendían era que sus voces se tuvieran en cuenta en asuntos fundamentales como el de las cinco torres o la contaminación.

Hace cuatro años, PNV y PSE-EE se unieron para impedir un gobierno municipal progresista. Aludieron al discurso del miedo en la última campaña ante la posibilidad real de que EH Bildu venciese en las urnas. Los jeltzales divulgaron la falaz idea de que, si gobernaba la izquierda, las calles de Durango se llenarían de una especie de percheros con bolsas de basura colgando de ellos.

Hicieron creer que el proyecto de Dani Maeztu era trasladar a la villa un polémico sistema de recogida de residuos que se había desarrollado en algunos municipios guipuzcoanos. Al mismo tiempo, quienes se hacen llamar constitucionalistas, atacaban con todo tipo de adjetivos a la izquierda abertzale. La alarma que generaron fue de tal magnitud que, fieles votantes de PP y PSE-EE, prestaron su voto al PNV para intentar frenar a EH Bildu. Esa campaña sucia y hostil funcionó y, por eso, a nadie le sorprendió que las hasta entonces tan antagónicas Irigoras y Ríos acabaran yendo de la mano.

Durante toda la legislatura, el equipo de gobierno ha dado la espalda a la ciudadanía. Es lógico que los durangarras sientan que los han tomado por idiotas si, el 29 de enero, la corporación aprobó una moción para paralizar la construcción de las cinco torres para, después, el 22 de febrero ver cómo el BOB publicaba la aprobación oficial del proyecto. Nada nuevo teniendo en cuenta la ardua tarea llevada a cabo por PNV y PSE-EE para obstaculizar las propuestas progresistas, para lo que contaban con la incondicional ayuda del PP.

Durango no necesita un lavado de cara. Lo que necesita es un cambio real y efectivo. Debemos apostar por una localidad donde las personas importen más que el hormigón y el papel. Abramos paso al progreso.

David Hernández es periodista y candidato de Podemos a la alcaldía de Durango.