La sospechosa generosidad de Amancio Ortega

El dueño de Zara, el gallego Amancio Ortega, el quinto hombre más rico del mundo, ha donado 20 millones de euros a Cáritas para aliviar las penalidades de las familias españolas  a las que la crisis ha llevado al borde del abismo.

Un gesto paradójico este del dueño de Inditex, cuando el grupo ha sido reiteradamente denunciado por explotación laboral en todas sus vertientes (infantil incluida), tanto aquí como en el sudeste asiático donde tiene algunos de sus talleres. El exponente más cercano lo encontramos en las concentraciones que la pasada primavera protagonizó el sindicato ELA ante uno de sus centros de la Gran Vía bilbaína para protestar por el “goteo de despidos” en la firma por ¡Reducción de beneficios!

¿Es que a los multimillonarios les da por la caridad para tapar sus pecados? Tampoco es de extrañar. Siempre ha sido así, ayer y hoy. Centrándonos en el presente, Ortega me recuerda a Bill Gates quien, tras numerosas acusaciones de violación de las reglas de la competencia, prácticas monopolísticas y abuso de su posición dominante para aplastar a sus rivales, dejó aparcados sus negocios de la noche a la mañana para dedicarse a la filantropía.

Suelo pensar que nadie es ni bueno, bueno ni malo, malo. Como no conozco a ningún delincuente ni nada que se le parezca, lo constato cada vez que veo en las películas a esos criminales amantes de sus familias y sus amigos, que sin embargo no dudan en eliminar fríamente a cuanto oponente se cruza en su camino. De modo que el gesto del potentado tampoco sorprende tanto.

Pero lo que me parece inaudito es que Cáritas revele la identidad de este benefactor, por lo que sospecho que la propagandística donación bien podría ser una inversión publicitaria camuflada. Es sabido, además, que Zara apenas invierte en promoción.

Como decían muchos comentarios de lectores a la noticia en los distintos digitales, mejor haría Ortega creando y manteniendo puestos de trabajo aquí en lugar de ofrecer migajas a quienes pueden ser sus clientes naturales.

¡Un momento! ¿No se tratará de un préstamo indirecto para que los desheredados puedan seguir consumiendo sus productos?… Con los diabólicos mercados, todo es posible.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia