Las marchanteras y el arte del dulce en la calle

¿A qué nos saben los dulces? Pues además de hacer honor a su nombre, están también ligados a recuerdos de la niñez. A personas queridas que nos los daban o compraban. Y en el caso de varias generaciones que hemos crecido en Durango también evocan un lugar, Andra Mari, y unas mujeres, las marchanteras.

Andra Mari era y es el corazón de la vida en nuestro pueblo, un lugar de reunión y juego, y ahí estaban ellas todos los días: las marchanteras, con sus puestos ambulantes de ventas de chuches (y también cromos y algunos pequeños juguetes). Con frío o calor, con mejor o peor humor. Desplegaban cada día todo un mundo de dulces encima de unas mesas portátiles, que con nuestra reducida estatura de entonces nos quedaban casi a la altura de los ojos.

¡Todo un paraíso de chuches delante de nuestros ojos! Esos ojos abiertos de la niñez que están continuamente descubriendo y explorando el mundo, hipnotizados ante un mundo de color y dulzor. Las más de las veces íbamos solo a comprar una cosa, que no teníamos para más, pero nos pasábamos minutos contemplándolas todas. Quizás nos entrenábamos para este mundo en el que tenemos que estar constantemente eligiendo, o quizás simplemente disfrutábamos de ese pequeño paraíso de dulzor, ajenos al mundo sin él.

Los más mayores han llegado a conocer más. Los que ya somos mayores pero un poco menos hemos crecido con dos, y finalmente con la última, Boni Macarrón, que además en invierno asaba castañas, otra tradición popular que aún perdura. Boni estuvo como manchantera nada menos que 65 años, que dan para muchos dulces.

Las marchanteras simbolizan ese trabajo duro, de las clases populares de nuestro pueblo, que nacidas en él o llegadas desde otros lugares, han hecho de Durango lo que hoy es

Las marchanteras, por tanto, forman parte de la memoria colectiva de muchas generaciones de Durango. Y creemos que ese pequeño trozo de nuestra historia tiene que estar presente en ese lugar, Andra Mari, en el que tantos días pasaron. Porque la memoria colectiva requiere de esos pequeños símbolos materiales que así construyen un espacio público con identidad, historia, huellas, y al tiempo vivo, que nos permiten recordar o conocer lo que ahí se ha vivido.

Todo esto, aún en modo más informal, se nos pasó por la cabeza en 2017 a Eider Uribe y a quien esto escribe cuando, siendo entonces concejales de EH Bildu, presentamos en el pleno municipal una propuesta para que el Ayuntamiento instalase algún elemento en recuerdo a las marchanteras. Es cierto que el Ayuntamiento ya había homenajeado a Boni –antes de su muerte en 2007– con esa distinción tan importante en nuestro pueblo como es la de ser txupinera de las fiestas. Pero faltaba ese elemento material que facilita que la memoria perdure y se transmita.

Y pensamos que, además del elemento de memoria y de homenaje particular a las marchanteras, ese recuerdo tiene también la dimensión de un homenaje más general. Porque las marchanteras simbolizan al tiempo esa labor, ese trabajo duro, de las clases populares de nuestro pueblo, que nacidas en él o llegadas desde otros lugares, han hecho de Durango lo que hoy es. Y de nosotros y nosotras quienes hoy somos.

La moción fue muy bien acogida y se acordó entre todos los partidos. Prueba del consenso general que suscitan y de que constituyen una referencia de la identidad de nuestro pueblo. Y de que había ahí una deuda pendiente.

Y al tiempo, el trabajo en especial de las mujeres porque eran ellas, las marchanteras, en un tiempo en el que para las mujeres era aún más difícil trabajar y conciliar. La propia Boni crió ahí a su hijo, al que también hemos conocido. Y por último, creemos que constituye también un homenaje al comercio local, que dota a los pueblos y sus calles de vida y de identidad.

La propuesta que presentamos en 2017 contemplaba, además, que el proceso de determinación del elemento de homenaje fuera también fiel a ese espíritu popular, y se llevase a cabo mediante un concurso público de ideas. Acordado al tiempo con las familias, a quienes transmitimos la propuesta. La moción fue muy bien acogida, tanto dentro como fuera del pleno, y se acordó entre todos los partidos. Prueba del consenso general que suscitan las marchanteras y de que constituyen una referencia de la identidad de nuestro pueblo. Y de que había ahí una deuda pendiente.

Finalmente, aunque sin concurso público de ideas, hoy llegará a Andra Mari el homenaje y se instalará la obra artística de recuerdo. En adelante la veremos al pasar o al estar allí, y probablemente nos evoque el recuerdo y una sonrisa, y contaremos a quienes no las conocieron por qué nos sabe tan dulce.

Ion Andoni del Amo es profesor de Educación Social en la Facultad de Magisterio y exconcejal de EH Bildu de Durango