Las primas de la selección

Mientras España goleaba a Italia este domingo me acordé varias veces de los mineros asturianos que caminan hacia Madrid. Currelas hundidos por la improvisación de un gobierno aturullado, que decidió suprimir las primas al carbón de la noche a la mañana. Seguro que esa rabia de los mineros hizo una pausa este domingo, aparcaron su indignación al anochecer, y entraron a algún bar de carretera de Castilla para ver el partido de su selección.

El realizador tuvo la impertinencia de enfocar al palco varias veces, amargando el partido que veían los mineros. En aquellos asientos de lujo se sentaban el príncipe, Rajoy y Villar, entre otros gerifaltes de la cosa pública española. ¡Qué coño habremos hecho mal, para que España entera nos ignore y compadree con esos tres jetas! Pensarían los incansables mineros. Durante el partido me acordé de ellos.

El domingo tenía muchos motivos para querer que ganara España, seguro, igual que los mineros. Pero ni sumando todas esas razones superaban mi deseo por que ganara su oponente, Italia. Miles de personas esperaban, mirando a sus casas derruidas por varios terremotos en Italia, a que l’Azurra se llevara a su república la copa de Europa. Los italianos, portentosos repeinados, habían anunciado que donarían su prima, en caso de victoria, a los damnificados por los terremotos que han padecido en su país. Y seguro que no jugaron desmotivados, porque con ese dinero no iban a poder comprar otro coche de lujo. Al fin y al cabo, creo, son conscientes de que siguen siendo unos privilegiados, que además, cobran primas por hacer bien su trabajo.

El caso español es distinto. Los informativos obvian la noticia. Casi pasa desapercibida. Los integrantes del equipo español se repartirán 7 millones de euros y más de 70.000 firmas piden que ese dinero sea donado a fines sociales. ¡Qué triste que haya que andar rogándoles! Justo el mismo día en que en los informativos se mezclan noticias sobre el repago en la farmacia, los incendios de Valencia, la caminata de los incansables… la gente, el vulgo, sale a la calle para, entre otras, celebrar que cada uno de los jugadores se embolse 300.000 euros más; ¡ah! quizás salgan también por orgullo patrio. Orgullo patrio, motivo de satisfacción, el hecho de que los españoles sean mejores en el deporte del balompié que los italianos, aunque no haya otra disciplina, ni por tierra, ni por aire, ni por mar; ni real o virtual; ni en 2, 3 o 4 dimensiones; ni en ciencias ni en letras… ninguna otra disciplina donde sean mejores y se celebre de esa manera. Triste.

Representamos, y aquí sí me incluyo, la supina sumisión a la élite. Ignoramos las injusticias y veneramos a las élites. ¡Qué coño! ¡Viva, de nuevo, el 15-M y cualquier voz que grite en contra del sistema establecido! Vergonzoso fútbol, vergonzosa selección española, vergonzosa sociedad que acata. ¡Que resucite la crítica, que buena falta nos hace!

En  fin, paradojas de la vida, que las primas de unos que no necesitan primas, podrían cubrir la falta de primas de otros que, en cambio, sí las necesitan.

Julen Orbegozo kazetaria da