Le estamos perdiendo el respeto

Me estoy refiriendo, ya lo habrán sospechado, al innombrable. En otro orden de cosas, se suele definir el sentido común como “la capacidad de entender o juzgar de forma razonable” y en consecuencia, una vez entendida una cuestión, actuar de forma consecuente.

Siendo común el mismo –el sentido– parece que debería darse por descontado que formara parte de nuestro bagaje intelectual de la misma forma que lo hace biológicamente nuestra piel, esto es, de manera universal, única y permanente. Sin embargo en la práctica esto no sucede así porque aunque entendamos una cuestión que –por ejemplo nos venga impuesta como son la normas de comportamiento para hacer frente a la pandemia provocada por el covid-19–, no siempre actuamos todos de manera consecuente, de ahí que en contrapartida se suela decir también acerca del sentido común que “es el menos común de los sentidos”.

Antes que nosotros, otros países han sufrido las consecuencias de este virus y sin duda de ellos hemos aprendido a hacer frente a él pero como no todos los procedimientos pueden extrapolarse, aquí hemos tenido que ir aprendiendo sobre la marcha, por aquello de que la situación era inédita y que nadie nace sabiendo.

En esas circunstancias –máxime dada la extremada peligrosidad de virus– parece de sentido común entender primero cuáles son las normas de comportamiento que nos están dictando, para a continuación dando muestras de ese sentido común que se nos supone, ponerse unas orejeras y actuar de manera consecuente, es decir, seguir fielmente por dos razones las recomendaciones realizadas y sabiendo siempre leer entre líneas, que es otra forma de aplicar el sentido común. Una razón por disciplina y la otra porque de no seguirla estamos no solo poniendo en peligro nuestra vida sino la de la colectividad que nos rodea.

Por el bien personal, por el de nuestra familia, por nuestros amigos y por la sociedad en general, retomemos el respeto que merece el virus y apliquemos el sentido común a rajatabla.

Rafael Hidalgo