Coherencia es sinónimo de lógica. Sabemos que mantenerla no resulta fácil y menos aún en momentos de quiebra personal o colectiva, en los que salvar el tipo del descalabro ya es suficiente.
Opino que los acontecimientos políticos que estamos viviendo en los últimos tiempos ponen de manifiesto la deriva, no sólo de un modelo de Estado, sino de todo el sistema. Creo que se están empezando a desmoronar los fundamentos básicos de la convivencia a muchos niveles y la estabilidad queda seriamente amenazada. El sistema ha entrado en incoherencia.
Una significativa frase que leí hace poco señalaba que el tránsito de la salud a la enfermedad y viceversa es un proceso. Efectivamente, cuando una persona recibe un diagnóstico adverso se da cuenta de que el mal ya venía dando avisos. Un cataclismo no sucede de la noche a la mañana.
En nuestro panorama político y social, llevamos mucho tiempo padeciendo síntomas de descontento cuyo origen y desarrollo no parecen abordarse adecuadamente. El malestar crece sin que se ofrezcan soluciones. Mientras tanto, el cuerpo social está siendo colonizado por microorganismos oportunistas de todo tipo.
Estamos viendo a representantes políticos colocados a la vanguardia de la movilización social contra las propias instituciones a las que representan y cuyas miserias se afanan en encubrir al mismo tiempo. Escuchamos cada día discursos vacíos de contenido y plagados de consignas que excitan las pasiones. Todo menos proyectos, salidas a esta profunda y prolongada crisis.
El sistema atraviesa un proceso degenerativo que sólo un milagro parece poder detener. ¿Tendremos que volver a invocar a dioses y santos para sobrevivir a tan manifiesta incompetencia? ¡Mucho cuidado porque cada vez son más las personas que se están encomendando a líderes mesiánicos!
Recuerdo que en mi época de estudiante me llamaba mucho la atención que la Primera Guerra Mundial se hubiera declarado por el asesinato del Archiduque Francisco Fernando (heredero al trono de Austria-Hungría). Entonces me parecía poca cosa para el desastre que sobrevino a continuación y teniendo en cuenta los genocidios y sarracinas varias que habían pasado previamente casi de puntillas por la Historia.
Hoy veo cómo es posible que un acontecimiento mínimo se convierta en la chispa que desencadena el incendio y me preocupa que cada día que pasa estemos acumulando más madera.
Más artículos en mis blogs: