Hace algunos días, paseando por las calles de Berriz, escuchaba con asombro a varios vecinos de la localidad indignados por el nuevo centro de atención a personas migrantes. El municipio acogerá prioritariamente a mujeres con menores a su cargo, mujeres solas y personas convalecientes. Algunos berriztarras comenzaron a quejarse nada más conocer la noticia hace algunas semanas.
Los argumentos contra el albergue aluden a la seguridad ciudadana y a motivos económicos. Para muchos bizkaitarras, nuestra provincia es la panacea para los extranjeros: “a los de aquí no nos dan nada, pero si vienes de fuera te dan piso, comida, dinero y te buscan trabajo.” Una distorsión de la realidad provocada por el miedo. Un temor global en Europa, que parecía no afectar a nuestra región, pero del que comienzan a contagiarse algunas personas.
Según varios estudios, los europeos calculamos que la proporción de extranjeros en nuestros países es cerca de un 10% mayor a la cifra real. En la gran crisis humanitaria que afecta a África, a territorios de Oriente Próximo y a algunos estados de América Latina, los partidos europeos de ultraderecha han encontrado la llave para volver con fuerza a las instituciones.
Mientras los medios de comunicación se hacen eco de las llegadas masivas de personas que huyen del horror de las guerras, dictaduras, la violencia de las bandas callejeras o el hambre, estos grupos políticos lanzan sus mensajes de odio. Saben disfrazar la realidad con un discurso cargado de demagogia y engatusar a sus receptores. Crecen como la espuma, ocupando cada vez más escaños en los parlamentos, o incluso llegando a gobernar, como ocurre en Italia.
El populismo antiinmigratorio parecía no calar en Euskal Herria. Sin embargo comienza a haber evidencias, aunque todavía no dejan de ser anecdóticas, en algunos municipios. El origen suele hallarse en la situación económica de zonas concretas, en motivos culturales o incluso en el propio germen del racismo. Quizá, que nuestros antepasados fueran acogidos fuera de nuestras fronteras durante la guerra civil y la dictadura fascista, haya servido para que la mayoría social esté más concienciada con la situación de las personas migrantes. O, tal vez, simplemente, no haya aparecido el líder populista capaz de introducir en la sociedad su discurso del odio de forma atractiva. Sea cual sea el motivo, no podemos asegurar que la corriente de aire rancio que se extiende por Europa no vaya a acabar respirándose también en nuestra sociedad.
Antifa … Que palabras más gruesas y que fácil las dices.
Qué bárbaro el artículo, David!
David, tu populismo también cuenta.
Qué asco que por aquí también haya racistas y xenofobos