Acaban de inaugurar en Arrigorriaga un gimnasio que permite a los usuarios ejercitarse desnudos los fines de semana. La iniciativa no ha cosechado el éxito que sus propietarios esperaban. Es más, dice que no se explican que en la primera jornada sólo acudieran 4 usuarios.
A mí, a decir verdad, no me extraña. No soy aficionada al nudismo ni al naturismo, pero creo que, simplemente, hay cosas que están fuera de lugar. No sé, me parece que esta idea se puede comparar a algo tan absurdo como organizar una jornada de pesca en una piscina clorada u ofrecer aire puro enlatado.
En la información que sobre el particular ofrecía el pasado lunes un periódico vizcaíno, el profesor de yoga del gimnasio lamentaba que “aquí sólo hay nudismo de toalla”. Lo siento por el instructor si se molestó por que el negocio no le fuera bien, pero seguro que el naturismo debe ser otra cosa.
En efecto, acudo al portal nudismo-naturismo.com y allí explican que “el nudismo es una actitud vital compartida por aquellas personas que disfrutan el hecho de estar en desnudez en pleno contacto con la NATURALEZA, en cualquier paraje, playa, pradera, campo o montaña, tomando el sol, bañándose o simplemente paseando”.
Al parecer, es muy bueno para nuestro organismo que nuestro cuerpo reciba la vitamina ‘D’ que aporta el sol y la brisa o las sales marinas en toda su superficie, en lugar de solo en la parte que el bañador o la ropa dejan al descubierto.
Por eso, el “nudismo de toalla” no sólo es una actividad que reúne cada vez a más adeptos, sino que constituye una experiencia muy saludable. Además, la arena, el agua de mar o la hierba se renuevan continuamente con lo que pocos reparos se le pueden poner en cuestión de higiene.
Los mayores problemas los causan los usuarios que consideran el desnudo algo indecoroso como si los arenales o los montes no fueran lo suficientemente amplios y abundantes como para que quien así ve las cosas tenga la necesidad de disputarse espacios de libertad con los nudistas.
Pero trasladar esta práctica a un gimnasio o un balneario, que también hay alguno que presenta este tipo de oferta, no parece que tenga mucho sentido ni proyección comercial.
Defienden sus promotores que lo hacen para ofrecer alternativas nuevas. Nadie negará que nuestras empresas necesitan innovar y que todo aporte de creatividad habrá de ser bienvenido. Pero esperemos, por nuestro futuro, que este concepto vaya más allá de planteamientos como este o de emitir las sucesivas entregas de ‘Torrente’ en 3D.