Nuestro Ibaizabal

Otra vez (¡y las que te rondaré!) con el río que es como la columna vertebral de nuestro valle y comarca. En dos puntos conflictivos, esa casa que se plantó encima de su cauce en Durango, y ese barrio que llaman Ogenbarrena, Barrio de las Humedades o últimamente Tarzanbarrena, por las ratas que lo invaden desde el río o por su arbolado abandonado o por la barrera de la carretera que lo ahoga en el lado opuesto al río, bordeando el barrio y el polígono de Biarritz.

En principio, los dueños y usuarios de este o aquel bien son responsables de su cuidado y mantenimiento. Los vecinos de Ogenbarena reclaman al Ayuntamiento de Amorebieta que mantenga limpio el río para evitar posibles inundaciones y nidos de ratas, mientras que los de Durango piden a la Corporación municipal que elimine el edificio que se construyó sobre su cauce.

Todo son buenas palabras y buenas intenciones pero, como dice el refrán, “unos por otros, la casa sin barrer”.

De vez en cuando, un grupo de vecinos en régimen de voluntariado se meten en el cauce y limpian y retiran los hierbajos y matorrales y troncos que pueden alcanzar. ¡Pan para hoy y hambre para mañana! Para pasado mañana quizá inundaciones que alcanzarán viviendas y plazas de nuestros pueblos, como ha ocurrido más de una vez.

Evidentemente, se requiere una actuación mancomunada de todos los pueblos ribereños del Ibaizabal para solucionar el problema definitivamente. Y para eso tendría que trabajar desde arriba la Diputación y el Gobierno vasco, que esta vez cuenta con ayudas multimillonarias de la Comunidad Europea.

¿O es que la política solo sirve para hablar y discutir?

Honorio Cadarso es periodista