Oktoberfest

La locomotora alemana ha arrancado de nuevo. Las previsiones de crecimiento para el ejercicio 2011 realizadas por el ejecutivo germano (cifradas en un incremento del P.I.B. del 1.4 %) parece se quedan cortas, y todo apunta que el crecimiento alemán se situará, el próximo año, en torno a un 2,8%.

En este contexto de pujanza, Rainer Brüderle, su ministro de Economía, avanza la posibilidad de fuertes subidas salariales acordes con el crecimiento económico. Y para muestra un botón: en el sector del metal, sindicatos (los más influyentes del continente) y patronal, alcanzan acuerdos de incrementos salariales de un 3,6 % para el año venidero.

Así, consiguen, además, cerrar el círculo. Los salarios más elevados generan un mayor índice de consumo y, por supuesto, una mayor actividad económica que implica, a su vez, mayor crecimiento.

El Sur de Europa, se mantiene, sin embargo, ajena al festival alemán. De hecho, el estado español se coloca, precisamente, en las antípodas de sus vecinos del norte. Si bien el Gobierno del Sr. Zapatero preveía un crecimiento, para el año 2011, de un 1,3%, el dichoso Fondo Monetario Internacional va, y le enmienda la plana, rebajando la previsión de crecimiento anual en un 0,7%, aderezado con una tasa de desempleo prevista en torno al 20%. Casi, casi, como en Alemania.

No sé si es por una cuestión de carácter, por una cuestión de rigor, por una cuestión de cultura política o por una cuestión de mera eficacia, pero, desde luego, el agravio comparativo es manifiesto.

De cualquier modo, lo cierto es que hace apenas unos meses, la Canciller Merkel se apuntó al carro del ajuste más duro, e introdujo un paquete de medidas de ahorro (por importe de 80.000 millones de euros en un plazo de 4 años), que recortaban algunos derechos sociales, y que llevaron a la calle a millares de contestatarios manifestantes. Entre los afectados se encontraban los empleos públicos, que habrían de reducirse en, al menos 15.000; los denominados ???parados crónicos???, que dejarían de percibir subsidios por maternidad y paternidad los primeros meses, y que verían cómo el gobierno dejaba de pagar las cotizaciones a su ???seguro de jubilación???; también los bancos y consorcios energéticos afectos por el establecimiento de nuevos aranceles bancarios, e impuestos a combustibles nucleares.

Ya ven; tras la tormenta llega la calma y la acción decidida de un gobierno acometida en el momento oportuno, parece que empieza a dar sus frutos. Aún así, se dice que en la actividad económica intervienen sujetos que, a la hora de exigirles el cumplimiento de sus obligaciones, tratan de atenderlas, o tarde, o mal, o nunca.

Igualmente, en la política económica, nos topamos, a veces, con dirigentes que, en aras al mantenimiento de un endeble equilibrio entre paz social, cálculos electorales y establecimiento de medidas de ajuste, actúan, casi siempre, de manera extemporánea, es decir, tarde. En otras ocasiones, implementan programas de perspectiva cortoplacista que coadyuvan a crear una ficción de ???brotes verdes???, o sea, lo hacen mal. Por último, hay quien centra su actuación en la difusión de un mensaje de proverbial optimismo que, sin embargo, no se ajusta a la verdadera situación; claro, como si nunca pasara nada.

Con todo no por ello perdamos la esperanza, porque quién sabe si dentro de un tiempo, también podamos celebrar nuestra propia fiesta.

Jon Andoni Bengoetxea es abogado y presidente de la Cultural de Durango