¡Vaya con el general McChrystal! Se le presuponía el valor, por lo marcial, pero hay que reconocer que se ha atrevido a publicar una opinión que, seguramente, es compartida por muchos soldados y mandos militares, pero que escuece tanto al gigante americano, que debe quedar sepultada en el olvido.
Y es que, cada vez más, Irak y Afganistán se están convirtiendo, para los EE UU, en su Vietnam del siglo XXI. Llegados a este punto, hasta los propios generales de cuatro estrellas -al menos alguno de ellos- se ha rebelado y ha “largado”, sin duda, más de la cuenta.
Porque es de todo punto cuestionable, criticable y censurable, la ancestral norma no escrita, que rige en casi todos los estados, por la que la libertad de expresión se reduce a la nada entre los ejércitos. No existe. Y tanto es así que, ni siquiera un presidente que transmite el mejor “feeling” por todo el Orbe, como Obama, ha podido soslayar la rebelión del oficial que se ha atrevido a opinar públicamente. No obstante, el presidente estadounidense, ha tenido el gesto -que no detalle-, de hablar con el general antes de acordar, como estaba cantado, su destitución, que para algo sus asesores de imagen han sido siempre y son auténticos genios.
Así, mientras presidente Obama retira del tráfico el crédito de McChrystal, apura el suyo propio. El general se equivocó. Pero no creo que se equivocara por el hecho de opinar, sino en el modo en el que lo hizo. Sin duda, ha de ser la suya una opinión autorizada sobre el modo en que debe devenir la ocupación de Afganistán y, posiblemente, el pueblo americano tiene derecho a conocer los ocultos entresijos de la política internacional americana, y cuáles son realmente las preocupaciones últimas de sus responsables.
El general las ha denunciado en un foro y tono inadecuados, obviando una premisa básica como es la observancia de unas formas respetuosas y no hirientes. Claro que, unas declaraciones descafeinadas, no hubiesen llegado a ver la luz en medio alguno y no hubieran desatado tal follón. Y eso lo llevó a perder su crédito.
Pero me da la sensación de que, como decía, también Barack Obama anda justo de activos y de popularidad (en su nivel más bajo desde que accediera a la presidencia). Irrumpió en el concierto internacional con la fuerza de un ciclón, desbordante en atractivas palabras y esperanzadores proyectos. Pero reconozcámoslo: no ha llegado a cumplir ni tan siquiera una ínfima parte de las expectativas que generó su mandato.
Ahí sigue, en el purgatorio afgano e iraquí que, por momentos, señala la puerta del infierno, ahogándose en la marea negra de la B.P., y sin que su gestión termine de convencer a sus propios compatriotas quienes, según el Wall Street Journal, confían cada vez menos en su liderazgo.
Tal vez el carismático general Petraeus, el militar con mayor prestigio en su país, sustituto de McChrystal como máximo responsable de las tropas de la OTAN en Afganistán, le ayude a recobrarlo.