Pájaro que vuela…

La inflación que este año se está produciendo no solo en España, sino en Europa e incluso en el resto del mundo tiene su origen en distintas causas: la escasez  de las fuentes de energía lo que ya supone por sí solo un incremento del precio de la misma, la famosa pandemia del Covid-19, la problemática derivada de los transportes de mercancías, la guerra entre Rusia y Ucrania, la voracidad de los tiburones como petroleras, bancos, empresas energéticas, las de transporte, el negocio de las grandes su superficies dedicadas a la venta de productos alimentarios…

Todo ello se alió para que en España la inflación alcanzara un 10,6% valor que ni los más viejos de la localidad recuerdan. Menos mal que no hay mal que 100 años dure (ni cuerpo que lo resista) y que a finales de noviembre la inflación se ha moderado hasta alcanzar un 6,80%.

Contra la subida indiscriminada del gas, la energía eléctrica, los alquileres de viviendas, los servicios bancarios….poco podemos hacer salvo en los dos primeros casos pasar frío. Pero hay un capítulo en el que sí podemos tomar una posición activa y ese es en las compras que hagamos en la cuestión alimentaria, porque aprovechando el ambiente creado por las subidas generales de los precios de bienes y servicios las grandes cadenas alimentarias se han subido a la parra. Justo es decir que unas más que otras pero vean Uds. el gráfico de subidas que han efectuado los primeros espadas del Reino preparado por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios).

Pueden observar en el gráfico como hay empresas como Mercadona que aprovechando el ambiente alcista de los precios se han pasado de frenada y lo que es curioso, hoy he estado en el sur de Tenerife, en Arona concretamente, y me he acercado a ese super para comprar un solo producto, el codillo de txarri que lo tienen muy bueno, ya que el resto de la compra la había efectuado en Lidl que tiene precios muchos más interesantes. Y lo que son las cosas. El aspecto que ofrecía el super de Mercadona era –para los propietarios– realmente desolador ya que casi había más empleados que clientes, prueba de que la clientela no se chupa el dedo. Así las cosas de la misma forma que a los clientes les cuesta irse, también les cuesta volver, así que no han sido tan listos en esta ocasión.

¿Y qué decir de nuestra querido Eroski? Pues otros que tal bailan ya que se han subido al carro de que la ocasión la pintan calva subiendo los precios, según OCU, del orden de un 15 %, cuestión de la que tomo buena nota en el sentido de que a mi vuelta a la Península les va costar verme el pelo a los sagaces chicos de Elorrio.

Rafael Hidalgo