Pasado, presente y futuro

La pandemia global provocada por el COVID19 ha puesto en evidencia la disyuntiva “capital vs vida”.

El sistema actual capitalista financiarizado, que ya venía “tocado” como consecuencia de la crisis de 2008, está dando muestras de agotamiento y es hora de cambiarlo.

Debido a un virus global, estamos comprobando con mayor claridad las consecuencias que produce este modelo depredador:

•  Falta de recursos debido a las privatizaciones y recortes en lo público (hospitales y residencias).
• Acumulación de capital en pocas manos que amasan grandes fortunas domiciliadas en paraísos fiscales y/o en algunos casos por fraudes y corruptelas.
• Rescate de bancos a fondo perdido.
• Aumento de las desigualdades sociales y reducción de prestaciones.
• Destrucción del medioambiente, etc.
• Y una medida concreta durante el estado de alarma: Presión y cesión para continuar con la producción en la industria (no esencial) a pesar de poner en riesgo vidas y de no respetar las medidas.

Sin embargo, esta situación de confinamiento global nos permite hacer un parón, reflexionar y tomar conciencia de nuestras propias vidas, de los servicios públicos y del destino de nuestros impuestos.

Esta crisis ha puesto de manifiesto la importancia de luchar por tener una sanidad y educación universal, ayudas y prestaciones sociales y para lograr una redistribución real de la riqueza, donde quien más tiene más pague, para no dejar a nadie atrás.

Durante este tiempo de parón se ha dado visibilidad y puesto en valor trabajos que han estado (y siguen estando) invisibilizados y precarizados. Me refiero a aquellos que ahora el gobierno, por Decreto, los denomina “esenciales”: limpieza, aquellos relacionados con los cuidados (ayuda a domicilio, residencias, empleadas de hogar…) y tantos otros, que hasta ahora pasaban casi inadvertidos y hoy los consideramos imprescindibles.

Este aislamiento, además, nos sirve para darnos cuenta de nuestra propia vulnerabilidad.

Pero dicen que nos crecemos frente a la adversidad. Y así, en los diferentes pueblos se han generado redes de solidaridad y de ayuda mutua para cubrir las necesidades sociales urgentes.

En Durango también se han tejido redes voluntarias para asegurar el bienestar de:

• Nuestras “personas mayores”, que son las protagonistas de la historia reciente de Durango y sin ellas no disfrutaríamos de muchos de los derechos actuales.
• Nuestras “personas menores”, que día a día nos dan un ejemplo de adaptación y superación a las nuevas situaciones.
• Nuestras “personas medianas”, para que todo este proceso nos sirva para repensar el modelo de vida que llevamos y replantearnos, también, qué herencia queremos dejar.

Pero todo esto terminará y tendremos que tomar decisiones. Decisiones que afectarán nuestro presente y nuestro/su futuro. Tendremos que elegir entre retomar donde lo dejamos o comenzar de nuevo. Está en nuestras manos decidir si seguimos el camino de cuidados y comunidad que hemos comenzado durante esta crisis o damos marcha atrás y volvemos al individualismo y a olvidarnos del medioambiente.

En definitiva, está en nuestras manos si decidimos poner en el centro el Capital o la Vida.

Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas | Concejala de Herriaren Eskubidea-Elkarrekin Podemos-Independienteak en Durango