¿A dónde fueron a parar aquellas primaveras con tres Jueves de los que dice el refrán: “Tres Jueves hay en el año/ Que relucen más que el sol/ Jueves Santo, Corpus Christi/ y el Día de la Ascensión”?
Sonaban a gloria las campanas el Jueves Santo celebrando la Cena del Señor; volvían a sonar un mes más tarde despidiendo al Señor que subía a los cielos; esta misma semana de junio tocaba alfombrar de flores del monte las calles para que pase el Señor en su custodia de oro y pedrería. Y cientos de niños ataviados de marineritos y niñas con vestido blanco de novias escoltaban al Santísimo Sacramento por las calles de la villa o la anteiglesia.
Pero los Jueves relucientes se han trasladado al domingo, y la procesión del Corpus al interior de los templos. Quedan sólo las Primeras Comuniones… que con el tiempo se han convertido en la última cita religiosa de la mayoría de los jóvenes, según rezan las encuestas más recientes. Un ligero repaso a las que recoge Internet nos ofrece estos datos: en Euskadi se declaran no creyentes el 17,3% de los adultos, van a misa regularmente el 16,9% de los mismos y el 51,1% no pisan la iglesia en todo el año.
De los jóvenes de entre 6 y 11 años van a misa los domingos 4 de cada cinco niños; entre los 12 y 14 años, sólo va a misa uno de cada cinco jóvenes. A partir de la Primera Comunión, la mayoría de los jóvenes abandonan toda práctica religiosa.
Catequistas en activo se lamentan amargamente de que la Primera Comunión ha dejado de ser una fiesta religiosa para quedarse en una mera fiesta de sociedad, sin otra sustancia que el traje de novia o de marinerito, y los regalos, y el banquete. Teóricamente, los jóvenes deberían iniciar tras la Primera Comunión su preparación para el siguiente sacramento de la Confirmación. “Pero son muy pocos los que siguen”, comentaron algunas.
Burla burlando, evolucionamos hacia una sociedad laica en la que la religión, como rito y ceremonial, se está reduciendo a la mínima expresión del bautismo y el funeral. No hay datos, pero los católicos reconocen que ya no se bautizan todos como antes, y que muchas parejas han optado por el matrimonio civil. Nos vienen de otros países, de otras culturas, tipos de religiosidad más apegadas a la tradición: cristianos de América del Sur o de Africa se hacen ver en nuestras iglesias cubriendo los huecos que han dejado los católicos nativos. Cristianos orientales celebran sus ritos en iglesias cedidas por el Obispado de Bilbao o en locales adquiridos en ceremonias interminables que llenan toda la semana del domingo. Por su parte, los musulmanes, no todos, desde luego, se apiñan en sus mezquitas los viernes para sus oraciones.
Parece como si los inmigrantes tuviesen el reloj atrasado con relación al nuestro, como si el empuje de la modernidad produjese irremediablemente este efecto negativo de restarle a la religión adhesiones y entusiasmos y números.
El Corpus Christi no tiene ya el brillo y fastuosidad de otros tiempos. Eso sí, los creyentes que siguen fieles acentúan la dimensión social de esta fiesta, y la han convertido en el Día del Amor Fraterno, de la solidaridad con todos los hombres que sufren, de la apertura al Tercer Mundo. Por ese lado, tal vez la religión que parece mermarse, está creciendo. Ojalá!
No es por nada, pero me parece que éste no es el mejor lugar para dirigirse en esos términos a Honorio. Un respeto, por favor.
HONORIO: necesitamos gente como tú en EZKER BATUA para mediar entre Ferrera y Silva. Es una desgracia que nuestro partido esté tan dividido. Hay que actuar, por favor!!