Nuevos planteamientos para nuevos tiempos. Resulta que a estas alturas en las instancias superiores han surgido serias dudas sobre la implantación del uso del automóvil eléctrico. Los aranceles y los chinos han revuelto el mercado de tal manera que uno ya no sabe a qué atenerse. Y además, los países árabes preguntan de qué van a vivir si sus ingresos provienen del oro negro.
A día de hoy, los entendidos sugieren la compra de un vehículo híbrido y luego ya se verá. Como si adquirir un coche (inversión devaluativa) fuera cuestión nimia, máxime ahora que los jóvenes reclaman viviendas de precios asequibles para no tener que estar pagando un piso durante toda su vida y entre dos personas.
Dado que la estrategia de electrificación en Europa no está avanzando como se esperaba y hay que renovar el parque automovilístico nos ofrecen un plan de incentivos para la adquisición de un vehículo nuevo.
No acaba todo ahí, porque vista la crisis surgida en el sector parece que los fabricantes de coches se reinventan para desdoblarse y destinar parte de su actividad hacia “la defensa”.
Hace cinco años tuvimos la pandemia de la COVID-19, con 2025 parece que nos ha llegado el furor guerrero, eufemismo de defensa y seguridad (Vladimir, si tú tienes un cañón, nosotros hemos comprado dos).
Así que para 2030, superada esta fiebre, o tenemos la solución para implantar definitivamente el uso del “utilitario” eléctrico y ya veremos lo que hacemos con su contaminación, o dejamos sin empleo a miles de trabajadores del gremio.
No descarto que puedan recolocarse en centros de producción de esos robots o androides que incluso algún día llegarán a ser jefes de planta o gerentes por encima de los seres humanos.
Transcurridos cinco años, en 2035 dispondremos del tren de alta “ferocidad” y con ello y una mejora ostensible en los transportes públicos, ya no necesitaremos vehículo privado.
Es una visión en plan optimista aunque creo que mi gozo quedará en un pozo, cuando me reafirmo en aquella certera sentencia que Nexus-6 realizó en “Blade Runner” cuyas propuestas no están lejos de convertirse en realidad: “Es toda una experiencia vivir con miedo ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo”.
El miedo es el recurso de los que viven arriba desde el principio del mundo: miedo a Dios, a la guerra, al hambre, a las enfermedades, a quedarte sin trabajo o no conseguirlo, a la pobreza, a lo/as personas diferentes… O sea, sumisos y siervos.
Nos hablan del kit de supervivencia, cuando llevamos toda la vida inmersos en ella, desde que dejamos de depender de nuestros padres. Nos reiremos por no llorar. El mejor kit que conozco es el kit-kat. Pulsa pausa, tómate un respiro y que les den…