A todo el mundo le sonará el proyecto de Centro Cívico de San Fausto, más que nada porque desde el año 2005 aparece año tras año en el presupuesto municipal como inversión a llevar a cabo, aunque por una cosa o por otra nunca se ha materializado. En fechas cercanas, representantes del ayuntamiento desembarcaron en San Fausto para presentar a los vecinos otro proyecto de regeneración de las viviendas del barrio.
Ni uno ni otro proyecto surgieron de la iniciativa vecinal, surgieron en despachos y después se trasladaron a la ciudadanía. Se les pregunta si les gustan así o asau, pero no se les pregunta, si eso es lo que necesitan.
Igual, si a alguien le da por preguntar, los vecinos y vecinas de San Fausto les dicen que ya es hora de cambiar una red de saneamiento totalmente obsoleta, que cada vez que llueve les llena las calles de agua y ratas. O de regenerar y recuperar los espacios internos de las manzanas de viviendas, o de cubrir algún espacio público para que las niñas y niños puedan jugar en el barrio. Pero para eso hay que salir de los despachos, darse una vuelta por el barrio, tomarse un trago en la bodeguilla de Mosso o en el resto de bares del barrio, preguntar y posteriormente dar cauce a las demandas vecinales. No estamos hablando ya de poner en marcha dinámicas participativas a nivel vecinal en Durango, algo que hoy en día para el gobierno municipal es utópico. Algo más simple, salir a la calle y escuchar a la ciudadanía, sin mirar carnets, ni vestimenta, ni edades, simplemente preguntar, escuchar y actuar.
Ejercicio democrático sano y recomendable en cualquier circunstancia, pero si además tenemos en cuenta que en la actual coyuntura económica, el ayuntamiento de Durango con 6 millones de deuda -aunque en algún periódico publiquen que no hay deuda- está muy limitado para las inversiones, resulta imprescindible consultar a la ciudadanía en qué invertir cada euro de los que se disponga.
Y he puesto el ejemplo de San Fausto, pero podría poner ejemplos similares en cada uno de los barrios de Durango, proyectos pensados en despachos, que están muy lejos de las verdaderas necesidades de la ciudadanía. Porque existen sensibilidades políticas que piensan que con gastarse 12 millones en unas piscinas y sacarse una foto, ya han cumplido. Así entienden la política municipal: gasto público desmedido y foto.
Mientras tanto hay barrios donde reponer una papelera o arreglar una farola es toda una odisea. O hay obras de 6 horas, y gasto mínimo, que tardan 6 meses, como se ha visto en el caso de los pasos peatonales sobre las antiguas vías del tren. Animamos a quienes ejercen la política municipal atrincherados en despachos dentro del ayuntamiento a que se den una vuelta por los barrios de Durango y escuchen a la gente.
En mi barrio, en el puente de Laubideta, hay un contenedor de basuras cuya tapa no puedo levantar. Está así desde hace meses.
Infórmate bien Daniel: las piscinas no costaron 12 millones de euros. Fueron 15, es decir, 2.500 millones de las futuras pesetas.
Aupa Dani. Hori hok-eta. Bat nator zugaz.