A ella le gusta que Fabián recorra su cuerpo sólo con el dedo índice, como cuando se empeña con entusiasmo en marcarle las rutas más exóticas en los mapas y en los planos de los lugares donde proyectan pasar sus vacaciones de verano.
Su fina piel rara vez se ve afeada por alguna impureza. Romy se siente muy orgullosa pues sabe que aquella peculiaridad atrae a su compañero enormemente, tanto como sus rosáceos pómulos.
Fabian comienza el viaje escribiendo su nombre sobre la planta de un pie y el nombre de ella sobre la planta del otro. Esto provoca a Romy un grato cosquilleo que le hace sonreir. Entonces él le susurra: -Sobre estas dos bases se erige toda una vida que le da sentido a la mía- Luego le roza suavemente sus tobillos con los labios.
Ella responde a este estímulo engarzándole la cabeza entre sus piernas y arrastrándole hacía sí: -Ya veo que es grande el poder de atracción que tengo.
Entonces, Fabian sucumbe ante su sexo y le responde con voz entrecortada: -Eres una hechicera peligrosa.
Fabian disfruta cuando Romy surca con todos sus dedos desde la misma nuez de la garganta hasta el bajo vientre de él, todo poblado con una exhuberante campiña de fino vello. La cabeza de ella tira de la aradura, remontándose luego a la altura del mentón de su hombre, quien ahora le pide un suave masaje en el cuero cabelludo. Breves instantes relajantes para volver al desenfreno.
Unos cuantos ratos después, él se despabila. Trata de ver la hora sobre el reloj de la mesilla. Se incorpora sobre la cama y contempla complacido el dorso desnudo de ella durante unos instantes. Seguidamente, inclinándose, le muerde en la nuca con sutileza. No hay reacción. Romy duerme plácidamente.
Todavía no han decidido tener niños. ¿Para qué? ???se preguntan en más de una ocasión. Seguramente su juventud no acepta que nada ni nadie se interponga entre ellos y que un tercero en discordia les robe parte de todo el cariño que se profesan. Todo en esta vida es efímero. Llegará la fase en la decaiga este momento y entonces se vean obligados a proyectar su afecto y su ternura hacia otro fruto de su pasión amorosa.
Pero Romy no lo tiene muy claro ya que, con cierta frecuencia, cuando una mujer tiene un hijo se produce un alejamiento de su pareja, y a veces ella se ocupa mayormente del crío y se siente un poco abandonada.
O tal vez sea que también el hombre, observa a su mujer tan unida y volcada con el niño, que le asalta la misma sensación, comenzando a verse como un extraño. Edipo o Electra llegan e influyen.
Fabian sale de la ducha y prepara el desayuno de ambos. Lo clásico: zumo de naranja, tostadas con mantequilla y café con leche.
Cuando regresa con la bandeja a la habitación, Romy se ha revuelto sobre la cama y ve llegar a su pareja: -¿sabes? -le dice- no me puedo creer lo que cuentan por ahí sobre ti.
-¿Qué dicen? -pregunta interesado.
-Que eres un desalmado. Que no tienes corazón -contesta ella.
-No les falta razón -sentencia Fabian- lo que ignoran es que me lo robaste tú, ¿acaso no te habías dado cuenta?